Por: Fabio Lacolla
El cup cup method (El método taza taza)
Basta de dentífricos mal apretados, de ropas íntimas colgando en lugares indebidos. Su individualismo necesita un espacio que no se comparta con nadie. Basta de cosas tiradas, de platos a la espera de un poco de detergente. Su remera, seguramente se siente más cómoda durmiendo en el piso. ¿Quiere escuchar a Black Sabbath? ¿Babearse con Alejandro Lerner? No se avergüence por mirar un programa de entretenimientos, ni se castigue porque algún formato chatarra le roba una sonrisa.
Si le molestan los ronquidos, si su estómago tiene vida propia y si le gusta hablar con su madre cuarenta minutos diarios… llegó el “Cup cup method”.
Living Apart Together
También conocida como LAT, esta es una forma de vínculo que consiste en tener una relación seria y estable, con todo lo que eso conlleva, pero sin llegar jamás a compartir el mismo techo, evitando así, algo que muchos temen e inclusive le dan categoría de fantasma: “la convivencia diaria”. Encuentran, viviendo en casas separadas mucho más momentos de intimidad que si estuvieran compartiendo el mismo techo. Suelen ser casas no muy alejadas una de la otra y con el confort en igualdad de condiciones como para que sea placentero estar, tanto en una como en la otra. Es un modo de estar con sí mismo fuera de los límites que un vínculo supone.
Por supuesto que para aceptar esta manera de vinculación ambos tienen que estar de acuerdo, con la condición indispensable de que el otro no viva mi independencia transitoria como un desplante que amenaza la integridad del vínculo.
Ser pareja LAT no significa ni renunciar a la fidelidad ni a construir un proyecto en común. Puede compartirse la vida con alguien siendo LAT sin dejar de lado los propios intereses. Muchos dicen que vivir una relación de esta manera oxigena mucho más el día a día.
A mi no me vengas con esas cosas raras
“Pero qué estás, ¿en pedo? ¿Quién te metió eso en la cabeza? Ahora resulta que nos vamos a “vivir juntos” pero en casas separadas. Se ve que te sobra la guita a vos. Que te venís a hacer el modernoso, si nos vamos a vivir juntos es para vivir bajo el mismo techo. Ahora, si vos querés putanear… vos en tu casa, yo en la mía y listo. Creo que todos esos inventos son puro verso, te lo ponen en la revistas los de la cámara inmobiliaria para que la gente alquile dos departamentos en lugar de uno. ¿A quién se le ocurriría estar con alguien para tener el doble de gastos? Para eso seguís solo y chau. No, no, a mi me querés enroscar la víbora. Algo debés traerte bajo el poncho. A mi me educaron normal: si querés estar conmigo será bajo el mismo techo y punto”.
Una idea sin verdad
Cuando Nietzsche hablaba de la religión, no se refería a la misma como algo relativo a la verdad sino como algo verdadero. Y para eso desplegaba el concepto de creencia. Decía que la creencia era dar algo por verdadero aunque no fuera verdad. Que muchas veces solo basta con creer.
Y acá pasa lo mismo, basta con creer qué es lo mejor en cada caso. No hay una verdad que haga que, lo que no se elija de acuerdo a esa verdad, sea una blasfemia. Un vínculo amoroso no se define por la cantidad de techos ni el número de cuartos, una relación amorosa se sostiene por la carga de afecto que la compone y, sobre todo, el despliegue de confianza… porque en el amor, la confianza, es una alfombra voladora.