Por: Adriana Santa Cruz
Hay signos de puntuación que usamos poco o, directamente, no usamos. Al escribir, a veces, no tenemos en cuenta el punto y coma, y la raya que, sin embargo, son dos signos muy útiles, más cuando elegimos redactar oraciones largas. Además, si somos novelistas o cuentistas, es importante saber utilizar la raya de diálogo, aunque después elijamos otras opciones más innovadoras.
Punto y coma: indica una pausa mayor que la marcada por la coma y menor que la señalada por el punto.
Usos
a) Para separar los elementos de una enumeración cuando se trata de expresiones complejas que incluyen comas: Cada grupo irá por un lado diferente: el primero, por la izquierda; el segundo, por la derecha; el tercero, de frente.
b) Para separar oraciones sintácticamente independientes entre las que existe una estrecha relación semántica: Era necesario que el hospital permaneciese abierto toda la noche; hubo que establecer turnos.
Raya: está representada por un trazo horizontal (—) de mayor longitud que el correspondiente al guion (-), con el cual a veces la confundimos. [Para obtener este signo, podemos recurrir a Insertar>Símbolo, y una vez ahí le asignamos una secuencia de dos teclas en nuestra computadora].
Usos
a) Para encerrar aclaraciones o incisos: Para él la fidelidad —cualidad que valoraba por encima de cualquier otra— era algo sagrado.
b) En la reproducción escrita de un diálogo, la raya precede a la intervención de cada uno de los interlocutores, sin que se mencione el nombre de estos:
—¿Cuándo volverás?
—No tengo ni idea.
Como se ve en el ejemplo, no debe dejarse espacio de separación entre la raya y el comienzo de cada una de las intervenciones.
c) En textos narrativos, la raya se utiliza también para introducir o enmarcar los comentarios del narrador. En este uso debemos observar lo siguiente:
- No se escribe raya de cierre si tras el comentario del narrador no sigue hablando inmediatamente el personaje: —Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado. A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa.
- Se escriben dos rayas, una de apertura y otra de cierre, cuando las palabras del narrador interrumpen la intervención del personaje y esta continúa inmediatamente después (en este caso hay que considerar que la raya “abraza” el comentario como en cualquier tipo de aclaración): —Lo principal es sentirse viva —añadió Pilar—. Afortunada o desafortunada, pero viva.
Para tener en cuenta:
-Cuando el comentario o aclaración del narrador va introducido por un verbo de habla (decir, añadir, asegurar, preguntar, exclamar, reponer, etc.), su intervención se inicia en minúscula: —¡Qué le vamos a hacer! —exclamó resignada.
-Si la intervención del personaje continúa tras las palabras del narrador, el signo de puntuación que corresponda al enunciado interrumpido se debe colocar tras la raya que cierra el inciso del narrador: —Está bien —dijo Carlos—; lo haré, pero que sea la última vez que me lo pides.
-Cuando el comentario del narrador no se introduce con un verbo de habla, las palabras del personaje deben cerrarse con punto y el inciso del narrador debe iniciarse con mayúscula: —No se moleste. —Cerró la puerta y salió de mala gana. Si tras el comentario del narrador continúa el parlamento del personaje, el punto que marca el fin del inciso narrativo se escribe tras la raya de cierre: —¿Puedo irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido—. No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.
-En la narrativa actual, muchos autores tienden a no usar rayas de diálogo. Uno es José Saramago: Abre la puerta, dijo el rey a la mujer de la limpieza, y ella preguntó, Toda o sólo un poco. (“El cuento de la isla desconocida”).
d) En la edición de obras teatrales, la raya —sola o precedida del punto— sirve para separar el nombre de cada uno de los personajes del texto de sus intervenciones (aunque no es la única opción; se pueden utilizar también los dos puntos, por ejemplo, María: ¿Dónde vas?):
María.—¿Dónde vas?
Juan.—A dar una vuelta.