Aprendizaje secreto

#Cabala

Históricamente, los maestros de cábala estaban atrapados en un sistema religioso formal y fue precisamente esta disciplina lo que les permitió liberarse.

De día eran puntillosos legalistas: cumplían con todos y cada uno de los preceptos. Por las noches, se entregaban a la experiencia mística. Nunca se plantearon abolir la Torá y sus dictámenes por el hecho de estar conectados directamente con la fuente. Simplemente, desarrollaban una especie de sistema alternativo.

Por eso debían mantener este aprendizaje en secreto, como si formaran parte de una logia: porque sabían que la religión, dentro de su estructura formal, jamás lo asumiría como propio.

Siempre, no obstante, consideraron la cábala dentro de la tradición. Esos hombres místicos que andaban por los desiertos y las montañas no dejaban de preocuparse ni por un instante de los preceptos.

Ese blindaje de tradición, de mesorá, es lo que les permitió preservar la cábala. La experiencia mística singular sólo puede ser accedida en el marco de la ley, de la norma. La devoción en el rezo, el contacto con D-s, con Hashem (uno de los nombres que se le da comúnmente en hebreo, el más empleado fuera de los ámbitos litúrgicos) se hace a través de la oración formal establecida por la religión como institución. No es una conexión que se hace desde un estado metafísico de meditación, sino en el marco de un templo, donde hay muchas otras personas rezando. O en una mesa de estudio Beit MidrashIeshivá.