Tenemos ganas de subirnos a la bicicleta, colgarnos la cámara a la mochila, estrenar el cuaderno. Le cuento lo que me imagino, del género “diapositivas” que inventé. Sacar fotos con palabras. Le muestro con dos ejemplos.
- Ah, como un haiku.
El gatito se acuesta en el centro del nido que forman los cables de la guitarra y el amplificador. El perro se trepa a mi pierna, me abraza con sus codos la rodilla.
-Mondo! Salí! No!
Ella sirve un mate más. El marco de la ventana está rodeado por fotos, la mayoría ya las vi en facebook. En una está su abuela, sentada en un sillón de una pieza, la mitad de su cara es más blanca por la luz del sol. Está al lado de la ventana.
Hablo de mi hermana, ella de la suya.
- ¿Y si cambiamos todo y que el taller sea sobre el álbum familiar?
Se da vuelta para calentar otra pava más y agarro el celular, tengo 3 llamadas perdidas. Miro la hora y es que debería irme pero a su pregunta de si comemos algo respondo que sí.
Busca debajo de la pileta entre varias fuentes y ollas, saca del fondo la máquina de pasta, la engancha al filo de la mesada. En un bowl mezcla harina, agua, sal y huevos. Me sigue hablando mientras le da forma a la masa. Me da la espalda.
Otra vez el perro se trepa, lo miro y le sacó una foto con el celular.
*
Después de comer salimos a fumar al balcón, arriba de un cajón de verdura tiene 2 cactus y una plantita de albahaca.
- Che, ¿dónde está tu bicicleta?
- La tiene Juan. Pero si la necesitamos se la pido de una. Es mía.
Me saco el celular de bolsillo, apreto la tecla que dice la hora en español. Nos reímos y me atraganto con el humo.
- Che, ya me tengo que ir. Se hizo tarde.
Me dice algo más de Juan. Me rió y meto las manos en los bolsillos. Ella todavía fuma, absorbe el humo.
- Che, quiero llegar a saludar a mis hermanos. Ya me tengo que ir.
Bajamos por las escalera y en la puerta arreglamos seguir hablando por mail las cosas del taller.