Reconocido como uno de los indiscutibles comunicadores y defensores del mundo de los misterios, Iker Jiménez no solo es líder en audiencia en radio y TV en su España natal, también es un hombre que mantiene vivo al niño interior. Fascinado por las cuevas más oscuras del monte de lo imposible, se las arregla —semana a semana— para traernos no solo la actualidad, sino todo aquello que nadie más se anima a contar.
Estoy esperando, hace calor y estoy esperando. Quizás sea que me he planteado realizar una entrevista poco convencional a un periodista que hace entrevistas poco convencionales, quizás sea la ansiedad que provoca saber que son muy contadas las ocasiones en que Iker Jiménez puede darse el lujo de disponer del tiempo físico para que lo entrevisten. Quizás solo hace calor.
Pasan apenas minutos entre que Fermín Agustí —su productor— me atiende y transfiere la llamada al estudio en que espera Iker. Todo en orden, muy profesional y correcto, entonces escucho una voz cargada de entusiasmo, y ya no podemos parar de hablar. Me dice que mi correo electrónico le hizo pensar que compartimos el camino de los misterios con el mismo tipo de amor desmedido, ese que se siente cuando uno hace aquello para lo que nació. Me rio, reímos, estamos recibiendo la misma señal, así que la primera pregunta sale de una manera bastante natural y tiene que ver con ese momento primigenio en que se enamoró del misterio.
Me cuenta que le ocurrió de niño y que le ha dado muchas vueltas a las circunstancias sin encontrar el porqué de las coincidencias. Fue en el país vasco, en un momento convulso en el que también se hablaba mucho de OVNIs. “Una noche descubrí un libro de un tío mío que me causó un impacto enorme. Era un libro que hablaba de casos de OVNIs de la Gendarmería francesa: Expedientes Franceses”. A ese niño le estaba causando una enorme impresión encontrarse con algo que no eran dinosaurios ni detectives, ni mucho menos juegos, algo que para él “emanaba una tremenda fuerza”.
Sucede que al día siguiente, en la misma ciudad donde vivía “y donde nunca volvió a suceder nada”, se vio un OVNI. Iker lleva la emoción de ese niño en la voz y creo que vuelve a aquel momento cuando me dice: “Vino la policía, hubo vecinos asombrados y una parte de la ciudad que se quedó en apagón. Si yo esa noche, con mis diez años, hubiera asomado la cabeza por la ventana habría visto quizás ese objeto. Estaba muy cerca… y no lo hice. Pero a partir de allí, con mi primo, agarramos la bicicleta y nos fuimos a los barrios adonde lo habían visto y desde entonces, Fernando, seguimos con ese entusiasmo. Cuando pasa mucho tiempo intento reconectarme con ese niño, acordarme de la enorme emoción que me embargaba, porque me sentía como un buscador y sigo sintiendo lo mismo”.
Iker tiene claro que su mensaje es de entusiasmo, de ilusión, de búsqueda, de comunicar que no lo sabemos todo y que la realidad sigue siendo una enorme caja de sorpresas. Tras catorce años de liderazgo en la radio y diez en la televisión sabe que todo vale poco si no se es capaz de volver a ser ese niño en la bicicleta. “Cuando me llega un nuevo caso, una nueva información, cuando tengo la fortuna de poder desplazarme… siento en la nuca, de verdad, la llamada del misterio. Siento en mi alma que algo hermoso está ocurriendo, algo emocionante, inquietante y eso no lo puede todo el oro del mundo. Para eso hay que estar un poco loco, pero bendita locura en este mundo tan cuerdo que nos ha tocado vivir”.
EL PERIODISTA DEL MISTERIO
Iker dice que a raíz de sus experiencias desde pequeño, buscando lo desconocido, tenía bien en claro que quería convertirse en la voz de lo que nadie más cuenta, mucho antes de comenzar con su carrera de periodismo. “Con el grupo que monté con mi primo solíamos hacer programas en cintas de cassette y hacíamos nuestros videos e investigaciones y seguíamos acudiendo a diferentes pueblos”. Le suena también a misterio que varios meses después de los hechos en su ciudad natal, los eventos OVNI se sucedieran con regularidad en localidades vecinas. Algo que terminaría de arrastrarlo a ese camino sin retorno del amor por lo desconocido. Claro que, como un servidor, reconoce haber tenido que hacer muchas cosas distintas antes de poder dedicarse de lleno a su pasión: “pero es verdad también que en Cadena Ser y otras radios apostaron por un formato, y te pasa ahora en Argentina, donde creen que esto es interesante para el público. En España tuvimos una época muy buena durante los setentas con el misterio y, por desgracia, una muy mala en los ochentas y noventas, donde las televisiones se tomaban todo esto un poco a risa. Entonces volver, poco a poco, a decir que esto es periodismo, que esto es búsqueda, es investigación… en fin, que tuvimos mucha suerte, se dieron una serie de causalidades increíbles y el público ha respondido. Pero mi pasión por el misterio es anterior a mi pasión por el periodismo”.
CIENCIA Y MISTERIOS
Seguimos hablando y nos encontramos con dos palabras que parecen, muchas veces, antagónicas. Sin embargo, no existiría la ciencia sin los misterios y tampoco tendríamos nuevos misterios si la ciencia no descubriera, a diario, que por cada respuesta se abren mil preguntas. Claro que lograr el acercamiento necesario entre los campos nunca es fácil. Cuestiones de reputación, status y miedo salen al cruce en los momentos en los que se hace necesario abrir un poco la mente y estudiar con rigurosidad e ilusión por partes iguales. Iker, acostumbrado a esta batalla implícita me dice: “es una batalla un poco heroica y que no se acaba nunca. Siempre, a determinados niveles tienes tus presiones, tus decepciones, pero curiosamente Fernando lo dices bien en el lema de tu programa, «ciencia y misterios». Son dos mundos, muchas veces, antagónicos pero también producto de la misma esencia. Yo creo que se pueden divulgar las dos cosas, sobre todo con la sensación de que el público aprende, y que aprende uno mismo, que al final es lo importante: estar en esta vida para asimilar contenidos y concienciarte un poco de lo maravilloso y lo extraño que es esto de vivir”. Entonces me comenta que en cierto momento se encontró apasionado con el mundo de las bacterias “y la gente me podrá decir que esto no es misterio, pero no será misterio para ti… para mi es absolutamente misterioso que existan una serie de entidades en el umbral de la vida que reaccionan como ejércitos. En cualquier tema ultracientífico yo tengo también una mirada de misterio y asombro. Entonces claro, contagiar eso no es fácil y me ha costado un mundo y me sigue costando cada vez que tengo que llevar un científico al programa. Pero, por fortuna, te diré también que algo se debe hacer bien porque hay muchos que vienen, que acuden. Y te diré que los científicos más abiertos, los que saben del misterio y lo tienen presente en su vida, curiosamente son los de currículum más importante. Con lo cual, muchas veces son los mediocres establecidos en un sistema de pensamiento que ni siquiera comprenden los que ponen tantas trabas a contar cosas”.
VOCACION Y ENTUSIASMO
“La verdad que son dos palabras muy importantes”, me dice tras recalcarme que le parece una entrevista poco convencional. No puedo negar que me siento alagado, al menos se hace patente que hablamos el mismo idioma, por lo que profundizo en estas dos palabras, que son también el norte de sus pasiones: “Estoy por cumplir 42 años y me siento como el niño que se pregunta hasta por sus propios planteamientos, porque todo tiene una capacidad de revisión. Y le preguntaba hace unos días a mi mujer que de qué depende… porque algunas personas andan por la vida preguntándose, asombrándose, buscando, cuando sabemos muy bien que una parte del mundo ni busca, ni crea, ni quiere hacerlo. Entonces me preguntaba, en torno a mi propio misterio, de que depende, porque al final es el misterio individual de cada uno de donde viene esa semilla. ¿Es educación solamente? ¿Las circunstancias vividas? No lo sé, pero la vocación es una palabra muy hermosa. Carmen (Porter), mi mujer, me respondió con algo que de verdad tengo muy en la mente, me dijo que depende de creer en lo que uno hace. Y eso que parece muy sencillo, no lo es, porque creer es como potenciar una energía, es poner el alma, el corazón. No lo haces por un oficio, no lo haces por un rendimiento ni por una cuestión lógica. Se sale de la lógica, es el enamoramiento, se sale, por tanto el fruto que da también es bastante ilógico y maravilloso, y por eso uno no se parece a otra gente. Por eso los que hacemos esto y te incluyo, no nos parecemos a la gente. Y conocemos grandes sabios que han escrito veinticuatro libros y siguen creando y experimentando; ese ansia no se marcha, así que la vocación es el motor de la vida”.
Lo escucho reír. Son risas cortas y en seguidilla, como la carcajada de —justamente— un niño. Ahonda en el compromiso y se le nota el entusiasmo, así que le vuelvo a nombrar esa palabra y se le ilumina, incluso, más la voz. “Y luego el entusiasmo, que decirte, es mi palabra preferida del diccionario. Entusiasmo, lo he dicho muchas veces, viene de entheos: cerca de la divinidad, cerca de lo elevado, cerca de Dios decían los griegos. Y cuando a uno lo arrebata el entusiasmo se siente cerca de lo más noble de la existencia, se siente cerca de unos parámetros que no son los habituales en una vida que se maneja siempre por lógica”.
Iker recalca que hay detalles, acciones, que no los hace cualquiera, que lo ponen a uno en un camino que no es el convencional: “el entusiasmo nos teletransporta a mundos que no son los convencionales. Y es muy bonito porque cuando detectas a alguien que tiene entusiasmo, que no hace esto por hacer una nota más, que no hace esto por escribir un libro más, que no hace esto por rellenar algunas horas… cuando hay entusiasmo real en seguida nos identificamos, salta un código interno. Yo creo que por fortuna a mucha gente se le despierta ese código, por tanto el entusiasmo es una forma de cambiarse uno mismo y de poder cambiar tu mundo. Así que, vaya dos palabras más poderosas”.
LAS SEÑALES Y EL MISTERIO FAVORITO DE IKER JIMENEZ
“Te vas a dar cuenta de que te van a pasar cosas, de que las señales mágicas ocurren en el momento en que más las necesitamos”, me dice Iker con la seguridad de quien ha librado miles de esas batallas de las que hablábamos y ha salido de cada una vestido de la armadura de los aprendizajes. Al fin y al cabo, la vida misma es un aprendizaje constante, uno que viene de la mano de todos los misterios que nos hacen humanos. De entre esos misterios, justamente, quise saber cuál es su favorito. Debo reconocer que, dada la profundidad de la charla y sus respuestas, esperaba una respuesta en el estilo de lo que Iker esbozó con la simpleza del comunicador de raza: “El misterio del hombre en el sentido del nacimiento de la conciencia humana”.
Entonces me habla de Alma, su niña, y de cómo lo ha tocado en la fibra más profunda, de cómo lo ha llevado al planteo de cosas que muchos dan por sentadas. Además, como insisto cada vez que puedo, ve una conexión directa entre los misterios más serios, y el arte: “A mí también me transformó un trabajo que hice sobre el primer arte del mundo”, me dice, antes de agregar que fue la conexión con la sensibilidad de esos artistas prehistóricos lo que le llevó a preguntarse cómo es que pasamos de estar muy cerca de los monos a este nivel de creatividad.
“¿Cómo se pasa de ser casi un mono a esta magia, a esta creatividad? A esta conexión con lo mágico, religioso, artístico y plástico. ¿Cómo es posible? ¿Qué paso en el cerebro del ser humano? No me parece azar ni que esté bien explicado. Partiendo de la base de que en mi opinión no nos han explicado bien el milagro de la vida humana, el inicio de la vida también en el universo… ya el inicio de la conciencia es el más enorme de los misterios. Porque cuando hablo con los que saben del cerebro llego a la conclusión de que casi nadie sabe nada. Estamos llenos de noticias donde se nos explican cosas del cerebro pero cuando penetras un poco en los que saben de verdad y trabajan en ese campo te dicen que nadie sabe lo que es el pensamiento, nadie sabe bien lo que es la memoria, nadie sabe bien como esas interconexiones brutales de las neuronas actúan y veo que estamos ante un trozo de magia dentro de nuestras cabezas, y vivimos con ella”.
Me quedo pensando en lo que dice y recuerdo una entrevista en la que un importante neurólogo me dijo que es casi mágico pensar que “somos cerebros estudiándose a sí mismos, cerebros que hace 35.000 años dieron un salto increíble y que nadie sabe bien que es lo que pasó”. Iker sigue, se nota que el misterio de la conciencia lo desvela. “Muchos viven hasta morir sin darse cuenta de que han estado con ese prodigio. Cuando te dicen que de los átomos del inicio del universo está hecha tu mente y tu cuerpo no le damos importancia. Pero somos hijos de una historia tan mágica, que de verdad, las visitas del espacio siempre me apasionaron, la vida después de la muerte es otro de los grandes misterios y ves que todo, al final el misterio es todo. Quienes somos como especie, quien nos ayudó a ser especie, qué sentido tiene todo esto que es la realidad; y ese tema me tiene absolutamente enamorado”. Agrega, con gran tino, que nadie puede permanecer ajeno a esto y que se lamenta al ver como muchos viven sin ser conscientes de estas posibilidades. “Somos seres mágicos, seguramente hilados con lo divino”.
ROMPER CON LA MAQUINA DE LO INMEDIATO
Esto me hace reflexionar y le digo que somos seres que, además, vivimos en una sociedad donde lo inmediato en religión y el futuro es ayer. “Esto no fue pensado para durar, es para ahora mismo”, lanza Nine Inch Nails en un famoso estribillo que sirve de resumen de los tiempos que nos toca correr, más que vivir. En este contexto, la alienación del hombre para con su entorno (ni hablar de la naturaleza) dificulta la conexión con lo mágico y profundo. Le pregunto a Iker que piensa, como podríamos llegar a un hombre o un niño para contarle que hay algo más ahí afuera que prisas, deberes y trámites: “yo creo que esa persona sentirá que estamos hablando a su interior. Otras personas quizás no sientan absolutamente nada, hay personas impermeables. Y sin embargo algunas notarán que les estamos hablando porque hay algo importante en todo este juego y, me puedo equivocar, pero el punto es el que radiografiabas: vivimos en una sociedad de la prisa, en una sociedad del rendimiento inmediato y además todo se ha construido en una especie de mecanismo del que no te puedes salir. Por tanto es muy particular y muy privilegiado estar pensando en estas cosas, porque la propia vida no te va a dejar pensar en casi nada. Como mucho en leerte algún Best Seller intrascendente, ver los programas más primitivos de la tele… y eso no me parece mal, pero no te están dejando tiempo para indagar en tu propio misterio. Iker hace una pequeña pausa y piensa en el niño: “Yo creo que ese niño que está recibiendo esto debería saber que, en mi opinión, casi nadie sabe nada. Me gustaría que mire una foto del universo y comprenda que nada tiene mucho sentido partiendo de la base de que somos ese punto azul en mitad de la más absoluta nada, pero donde encuentras una increíble y extraña coherencia, donde todo es como un ballet increíble, una orquesta perfectamente afinada, y que nadie puede hablarnos de azar. Cuando uno ve una planta, un ojo de un animal, tiene que darse cuenta de que ahí hay un puzzle mágico que se ha creado para nosotros. Ese niño tiene que saber que su vida, que sepamos de momento, es única. Creo que hay más cosas, pero no puede desaprovecharla. Yo animaría a ese niño a que haga el camino un poco heroico, el camino no exento de sufrimientos de buscar su propia verdad, el increíble enigma que nos rodea, y te aseguro que si lo hace con el corazón y con el alma descubrirá cosas que no tienen pago, que no hay nada material parecido a eso”.
Y ESO QUE LE LLAMAN FUTURO
El momento de irse a dormir es un clásico en el mundo de los misterios, mitad por casos extraños, mitad por raptos de inspiración donde uno parece conectar con “algo” que está allí flotando. Por eso le pregunto por ese instante en el que posa la cabeza en la almohada, por cómo se imagina el futuro desde la más simple intimidad.
“Me gustaría acercar al público mi filosofía del misterio”, dice entre risas mientras calculo que se imagina en la cama. “Me gustaría porque es como ese niño que has nombrado y sé que allí hay niños y jóvenes que necesitan ese mensaje. Aunque luego no hablen de misterios y da igual, lo importante es que no se dejen aplastar por este sistema tan terrible que a veces nos gobierna. Entonces, ojalá pudiera ir a la Argentina. Esto se trata de legar lo que tú sabes, lo que has vivido y que puede ayudar a otros. La misión no es tener la mayor audiencia o ser el más popular porque me da igual, sino dar la oportunidad a muchos de despertar, y tienen que tener a alguien que les hable así”.
Nos despedimos y me repite que vamos a colaborar, que es importante que también en Argentina el misterio sea una puerta, no un fin: “Una puerta a la auténtica luz. Yo creo que eso es una misión llena de responsabilidades que solo se puede enfrentar con el entusiasmo”. Entonces habla del éxito y de varios de sus significados, pero su última definición es la que queda resonando hasta hoy en los recovecos de este cerebro: “el éxito es, en un mundo tan gris, poder contar algo tan mágico”.
Fernando Silva Hildebrandt.
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Puedes escuchar el corte de “La Señal” con Iker Jimenez aquí:
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