Fuera de los convencionalismos y el negocio detrás, creo que festejar el amor es hermoso, me parece un sentimiento que es motor de hacer locuras descabelladas y de lograr volar por el cielo y al mismo tiempo es un lugar para plantearte objetivos, trazarte horizontes y hasta plantar semillas para lograr formar una familia.
Hoy me encuentro cansada, tal vez sea una señal de madurez. En realidad con mi corazón agotado de ilusiones y esperanzas, cansada de comprender y entender, cansada de abrirlo y cerrarlo una y otra vez como un ejercicio que siempre provoca fricción, y sabiendo por primera vez en la vida lo que quiero: construir una relación que crezca. Me di cuenta que caminar solo es fácil, no hay que dar explicaciones a nadie, no hay que ceder ni argumentar solo elegir, pero al final de cuentas elegís para compartir con otros tus caminos, elegís para compartir con otros tus enseñanzas, elegís para ser mas feliz de lo que sos normalmente y porque no elegir estar acompañado, alguien que quiera caminar, volar, correr o nadar a tu lado, que pueda sentirse acompañado y al mismo tiempo poder sostener, que pueda conversar si vale la pena ir hacia ese horizonte o tal vez mejor esperar y descansar mirando un nuevo amanecer.
Este 2014 es para la aventura, y me di cuenta que mi gran aventura es comprometerme en el amor con alguien, claro que hay miedos y resistencias y al mismo tiempo mi boca al abrirse parece una catarata con delfines y ballenas y hasta arco iris y árboles, pero por primera vez entendí que si quieres enamorarte de alguien tenes que aceptarte tal cual como eres, tenes que mostrar tu locura y tu paciencia, tu torrencial de palabras y tu silencio, tu luz y tu sombra, tu paraíso y tu cueva, solo viendo todo realmente podes elegirme de la manera que yo quiero que construyamos nuestro cuento.
El cuento que hoy comparto lo escribí hace muchos años y retrata de una manera perfecta la forma que imaginaba ser enamorada.
DULCINEA y sus burbujas
Había una vez, una pecesita muy linda de corazón y muy pura de aspecto. Pero tenia un gran problema, cada vez que alguien se interesaba en conocerla, repentinamente lo encerraba en una burbuja. La burbuja era tan resistente que por mas que luchaban no podían salir los pececitos de ella, decidiendo alejarse para que se desvaneciera. De esta forma iba encerrando uno a uno de sus enamorados sin que estos entendieran el porque de la burbuja, y de forma abrupta buscaban romperla.
La pececita que se llamaba Dulcinea, sufría cada vez que empezaba a conocer a alguien porque no podía controlar a sus pensamientos que se convertían en burbujas opresivas que los encerraban. De hecho algunos peces que habían escuchado el problema de ella, llevaban alfileres filosos en sus citas para romper las burbujas cuando comenzaran a molestarles. Por más que Dulcinea cerraba la boca, estas surgían del interior de su alma con más fuerza irrumpiendo con tal intensidad que la huida de los pececitos era más rápida.
Una y otra vez le repetían los mismo “tenes que aprender la lección pecesita no podes encerrarme en la burbuja si yo no quiero”. Pero pecesita no entendía que hacia mal, solo sabia dar amor y era lo que hacia cada vez que conocía a alguien. La verdad era que no podía ver las burbujas de las que le hablaban. “Aprende a ver a quien le das lo que le das”-le decían pero ella no podía controlar sus sentimientos.
Dulcinea empezó a salir con un pececito muy presumido que en principio no se daba cuenta de las burbujas dado que estaba interesado en si mismo. El pececito que se llamaba Bombón, creyó que era cuestión de resfrió o hipo y que la pecesita se curaría. Pero los días pasaron y las burbujitas no cesaban. Así fue como Bombón cito a Dulcinea para conversar. Dulcinea, creyendo que el pececito le declararía finalmente su amor, llego a la cita rodeada de burbujas cristalinas que se confundían con un vestido de cola por la cantidad y variedad.
Pez Bombón: Hola Dulcinea. Necesito hablar contigo.
Dulcinea: ¿De que quieres conversar?- creyendo que finalmente le diría que la amaba. He pasado todo el día ayudando a los caballitos de mar con los preparativos del desfile de esta noche. ¿Me acompañaras en este día tan especial?
Pez Bombón: No te das cuenta que no puedo acompañarte. Tus burbujas hacen que todos nos miren y la verdad no me interesa llamar la atención.
Dulcinea: Glup, es que no puedo controlarlo. Si quieres buscamos la manera para que pasemos desapercibidos pero… ¡Yo solo quiero que estés conmigo!
Pez Bombón: Justamente quería hablarte de eso. No podremos vernos más. Como ya te he explicado no estoy enamorado de ti y por más que disfruto compartiendo los días contigo, tu no entiendes las reglas.
Dulcinea: ¿Pero porque?
Pez Bombón: Es todo tu problema esto, cierras los ojos sobre una realidad y no quieres abrirlos nunca
Dulcinea: Yo creí… que como ya compartimos un tiempo juntos. Pensé que, ¿había cambiado algo en tu corazón de témpano de hielo? Pero parece que no. Yo solo siento.
Pez Bombón: Si no miras, si no escuchas, vas a seguir siendo desilusionada, más y más. Lo siento pero es así.
Dulcinea: Ahora me queres enseñar- le responde sorprendida. Sus burbujas se habían desvanecido de repente.
Pez Bombón: El mundo es otra cosa que tu burbuja.
Dulcinea: Yo me enamore de vos desde un principio. ¿Que queres que haga con ese sentimiento?
Pez Bombón: No se, yo te lo explique. Eso si que te deseo, encontrar alguien para compartirla.
Dulcinea: Es mi manera de vivir
Pez Bombón: Pues seas feliz con eso.
Dulcinea: Tal vez, me equivoque en querer compartir mi mundo contigo- comienza a llorar porque no podía explicarle lo que sentía. Le hablaba de reglas, de metodología, cuando ella solo conocía lo que él le provocaba.
Pez Bombón: No llores ahora. Yo solo te digo de invitar a la gente dentro de tu mundo, pero no ponerlos ahí porque si
Dulcinea: ¿Que queres que haga? No puedo controlarlo.
Pez Bombón: Algún día entenderás de lo que hablo
Dulcinea: Vos también.
Dulcinea salio nadando despavorida. No podía ir al desfile así, se sentía tan vulnerable. Ella creía que el amor era cuestión de tiempo, y que lograría que él se enamorara de ella, pero se había equivocado otra vez de pez. Decidió esconderse en una cueva para pensar en lo sucedido. Lo que Pez Bombón no se había dado cuento era que Dulcinea le hablaba desde el amor y el solo se quedaba en la burbuja que lo había encerrado, quería ser liberado y no le importaba el precio.
Dulcinea, término encerrándose en una cueva de difícil acceso. Allí se quedo con ella misma pensando en lo que hacia, en que se había equivocado. Una y otra vez los pececitos encerrados le habían advertido sobre como actuaba, pero ella no podía controlar su forma de amar. Un bombardeo de burbujas salía de su boca al pensar en ellos y sin darse cuenta sus burbujas encerraban una y otra vez a sus enamorados.
Hasta que un día, llego un pececito de aguas mas heladas, llamado Magno, que había oído hablar de la belleza de la pecesita encerrada que te aprisionaba en una burbuja. Decidió enfrentar las habladurías e ir a conocerla. Le costo trabajo encontrar la cueva. Pero ni bien se adentro en ella, el brillo de la pecesita lo sedujo. Así fue como día tras día Magno fue a la cueva a observar lo que hacia. Un día la descubrió juntando perlas y estrellas de mar para un collar, otro día la vio cocinando un plato exótico con algas de distintos colores, otro día estaba decorando sus cueva con estrellas de mar y conchas marinas mientras se reía de sus extravagancias. El pececito sin darse cuenta se enamoro perdidamente de ella.
Hasta que un día Dulcinea sintió un calor muy grande que la envolvía y la elevaba muy alto y decidió seguir esa bocanada de fuego. Así descubrió al pececito forastero escondido detrás de una gran piedra. Al verlo sus ojos se encontraron y sintió que ya lo conocía. Pero al mismo tiempo, sintió temor de que sus burbujas lo espantaran y salio despavorida. El pececito sintió que tal vez ella no sentía lo mismo y se dispuso a salir de la cueva cuando se dio cuenta que ella realmente le interesaba y no iba a perder la oportunidad de que lo conociera. Así al otro día volvió para hablar con ella, y presentarse. Dulcinea sintió la ola de calor antes de que el llegara y se arreglo un poco las aletas. Los días pasaron y ambos pececitos comenzaron a compartir más y más cosas hasta darse cuenta de que estaban perdidamente enamorados.
Un día la pecesita lo sentó dentro de la cueva y le pregunto: “No sientes mis amenazantes y asfixiantes burbujas”. El pececito la miro y le dijo: “No se de que me estas hablando. Es el día de hoy que me pregunto porque los otros pececitos veían a tus burbujas como amenazantes. Yo me siento tan feliz a tu lado”.
Después de esta conversación, la palabra “burbujas” desapareció del léxico de los dos, ya que vivieron felices hasta el fin de sus días. De lo que ninguno de los dos se daba cuenta, era que ambos se encontraban dentro de una gran burbuja de intenso amor.
El amor es como una burbuja que te contiene, y es de las cosas mas bellas que te pueden pasar. Solo que a ambas personas les tiene que pasar lo mismo para que puedan llegar a entenderlo y no sentirse que te encierra.
FIN