Por: Martiniano Salas
A lo largo de nuestra historia vivimos atravesados por paradigmas, filtros de todo tipo. Hoy en educación, gran parte de los que hacemos está atravesado por internet. Los docentes recurrimos allí todo el tiempo: planificaciones, recursos educativos, experiencias de otros docentes, videos, programas…
Los alumnos tienen allí, también, toda la información disponible -aunque será motivo de otra nota analizar cómo recurren a ella – en wikipedia, youtube, educatina, y cantidad de sitios dedicados a resolver cuestiones educativas orientadas a todos tipo de edades…
Está claro que no hay demasiadas certezas sobre qué pasará con las generaciones educadas en esta época. Hay muchas críticas y pocas certezas. Cada tanto leemos titulares en sitios de noticias que indican mejoras o no, en cuánto y cómo aprenden los alumnos hoy: ¿Se lee mejor o peor que antes?, ¿se ejercita menos memoria?, ¿cuánto saben los chicos de computación?, ¿realmente saben tanto como creemos? …
Pero sin duda, hay un nuevo camino que estamos transitando y tiene que ver con la incorporación de las Nuevas Tecnologías en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Sin embargo, y para sorpresa de algunos -o muchos- hay lugares donde estas nuevas tecnologías no forman parte de el proceso educativo. Y lo raro, si se quiere, es que la escuela más representativa de esta propuesta está en la cuna de la tecnología, Silicon Valley, donde muchos de los cerebros más importantes de las empresas nro.1 de tecnología actuales envían a sus hijos allí, como el director de eBay, u empleados de Google, Apple, Yahoo o hewlett-Packard.
Veamos.
En la escuela a la que hacemos referencia las únicas herramientas, al menos hasta los trece años, son los lápices y lapiceras, papel, barro, agujas de teje… Allí en la Waldorf School of the Peninsula, una de las tantas escuelas Waldorf que hay en el mundo, defienden una pedagogía que tiene como eje la actividad física, las tareas creativas y la práctica, ligadas fuertemente a la naturaleza, sosteniendo que las computadoras ejercen un rol negativo inhibiendo el pensamiento creativo, el movimiento, las relaciones humanas o la concentración (Ver nota publicada en Infobae)
¿Es posible entonces una escuela “desconectada”?
Yo creo en un punto intermedio. Creo que debe hacer momentos, adentro y afuera de la escuela, donde convivan los mundos online y offline. Aprender a buscar información a partir de varios libros, jerarquizarla, resumirla, reeditarla en un cuaderno para poder publicarla con un nuevo objetivo, puede ser tan importante como aprender a buscar en internet, comparar fuentes, hacer un remix de un artículo y publicarlo en un blog.
En todo caso se trata de experiencias complementarias.
Y en definitiva, la intención de esta nota, además de plantear el espacio de reflexión, es mostrar una tendencia de la que nos ocuparemos más adelante: la desconexión, el mundo offline, aparentemente tan importante como estar conectado.