Como señalan las crónicas del encuentro entre Boca Juniors y Rosario Central, la “fiesta” de la hinchada Canalla, se vió opacada por la agresión al uno de Boca.
En el titulo nos preguntábamos: ¿Quién agredió a Orión?
¿Quién tiró el proyectil?
Un cobarde.
Un cobarde que no solo aprovechó la nube de humo de los fuegos artificiales para agredir al arquero, sino que además escondió su mano luego de haberla arrojado.
¿Que pensó en ese segundo en el que decidió tirar el proyectil? ¿Cual era su objetivo?
Afortunadamente el objeto solo le produjo un corte en la ceja al arquero, pero ¿qué hubiera pasado si le daba en el ojo? quizás hoy Orión no podría estar al frente del arco de Boca.
Hay que destacar que en Agustin en ningún momento se victimizó, y rápidamente quiso que el encuentro comenzara.
Hay una idea instalada en el fútbol que tiene que ver con el aguante; aguantarsela es la base sobre la que se construye el relato futbolístico del hincha argentino promedio; aguantarsela es estar en una especie de excitación permanente en la cual no hay límites, porque sin aguante no hay fiesta y sin fiesta no hay fútbol.
Parecería entonces que hasta arrojar una piedra está permitido ¿Es este el fútbol que queremos?