En épocas de tormenta y huracanes, que árbol resiste mejor? El roble, de tronco derecho, con su fortaleza y dureza, o la palmera, planta leñosa, de grandes hojas al final?
Es probable que intuyamos que el roble logre atravesar mejor esas circunstancias climáticas adversas, sin embargo, será la palmera, con su capacidad de movimiento, y acompañamiento de los fuertes vientos merced a su follaje, el que resista en mejores condiciones.
Es una excelente metáfora, para pensar como lideramos y dirigimos nuestras empresas. Somos roble o palmera? Que requiere de nosotros el contexto actual de incertidumbre, cambio y desafío permanente, donde lo desconocido es lo natural?
Propongo algunas reflexiones, que aporten al tema.
- Las nuevas generaciones: el desafío es encontrar modos de dirigir que generen compromiso, sin perder de vista los resultados esperados por la empresa. Las nuevas generaciones tienen expectativas diferentes para con sus trabajos, y nuevos posibles aportes, que en la medida que podamos ofrecer en la empresa un ámbito propicio, los vamos a aprovechar. Tenemos que articular visiones que suelen presentare contrapuestas.
- Liderar equipos: el llanero solitario como modo de dirección nos llevara a un mal final. Formar equipos que logren integrar conocimientos y experiencias, es clave para crecer. En este aspecto es central desarrollarlos, para atravesar las tormentas, con puntos de vista más amplios, diferentes perspectivas. Es un error no trabajar en ello, y generar reuniones efectivas orientadas al logro de metas.
- Velocidad y flexibilidad: las respuestas que sirven hoy pueden ser contraproducentes mañana. Eso requiere un grado de apertura y cuestionamiento de la propia visión al que no estamos acostumbrados. Ser “palmera” es estar dispuesto a moverse en velocidad, abriendo la mente a lo diferente y desconocido, para luego tomar mejores decisiones.
- Como dirigimos: hay que salir del piloto automático en que funcionamos. Cuidar que la rutina nos haga perder perspectivas. Atender lo clave, delegar lo operativo, que tanto inunda lo cotidiano, pero no agrega valor al negocio. No quedarnos pegados a las anécdotas, si no aprovecharlas para comprender las tendencias que se vislumbran en ellas.
- La rentabilidad: cuidar la rentabilidad implica monitorear las variables claves, medirlas, y dejar de funcionar con esquemas rígidos en el manejo de precios y clientes. No se trata de un “vale todo”, y con tal de vender acepto lo que venga. Es ser inteligentes, medir la gestión del negocio, ser abiertos y flexibles, conociendo los límites de lo que conviene. Ser “roble” es mantenerse en una postura única, desconociendo donde puedo maximizar los beneficios.
- Ser emprendedor: es una virtud mantener la capacidad emprendedora, no dejarse estar ni estancarse. Mantenerse en movimiento de búsqueda, sin confiarse en el éxito del momento. No permitir que la inercia nos haga creer que el escalón que estamos es el máximo, ni haga minimizar los riesgos.
- Innovación y creatividad: generar un clima interno de motivación, disposición a buscar lo diferente, salir del molde de lo habitual, nos deja mejor preparados para enfrentar los desafíos. No se trata de iluminados ni supercreativos, sino de un ambiente que promueva el cambio y la adaptación a novedosos caminos.
- Liderar la familia empresaria: es usual pensar en el liderazgo de la empresa, pero se abandona con frecuencia el liderazgo de la familia empresaria como tal, eje del futuro crecimiento en tanto logre manejar las diferencias y mantener canales de comunicación. Para este liderazgo es esencial ser “palmera”: capacidad de comprender los diferentes puntos de vista, para articular una visión compartida, que favorezca el futuro del binomio familia y empresa. Un futuro que logre aunar crecimiento rentable, con el placer de crecer en familia dentro del proyecto compartido.
Para finalizar: es bueno compartir la necesidad de tener tiempo para reflexionar, revisar en qué medida, ante las diferentes circunstancias y decisiones de negocio, somos “roble o palmera”, tenemos la flexibilidad necesaria, o rigidez, que nos hará poner en riesgo la empresa ante los nuevos embates y huracanes del día a día.