Por: Néstor Rabinovich
El capitán del barco, un navegante a vela, remeros, personas que ejercitan el montañismo, aerobistas que disfrutan de largas caminatas por paisajes inhóspitos, cuentan con herramientas simples para distinguir su ubicación, o aprecian las estrellas, y entienden, en caso de necesidad o urgencia, que deberían hacer.
El equilibrista, para mantenerse en pie y avanzar, debe fijar su mirada en un punto adelante, para no caer, y así concretar su recorrido con éxito.
Cuál es la brújula del dueño de un negocio, del emprendedor, del empresario?
Propongo los once titulares a tomar en cuenta:
- Visión: donde veo mi negocio a 5 años? Como me veo en el? Es el antídoto para no vivir en lo operativo del día a día. Sirve para conocer cuánto estoy dedicando de mi tiempo al futuro, y estar centrado en los aspectos claves. Sin esa visión no hay plan posible, y esto es válido aun cuando el contexto es muy inestable.
- Rentabilidad y margen: requiere conocer el margen promedio con el que trabajamos, y seguirlo en el tiempo. El objetivo será mejorarlo en pequeños escalones, para lo cual es necesario monitorearlo, cuidando nuestra política de precios, para no perder utilidad.
- Tablero de gestión: es tener al día algunos indicadores básicos, que todos nombran, pero pocas veces tenemos a mano: días en la calle, capital de trabajo, punto de equilibrio, stock de seguridad, situación financiera. Vale aclarar, que no se trata de hacer cálculos sofisticados, si no de recuperar aquello que hacíamos en los inicios, para saber dónde estamos parados.
- Dirigir y Delegar: dirigir es lograr que otros hagan. Pero: estamos haciendo cosas que no agregan valor? Nos metemos en todo? Que funciones podemos delegar, y cuales son indelegables para crecer? Estamos duplicando esfuerzos? Hay que diferenciar lo clave y lo operativo de cada función, y esa es tarea de la dirección.
- Trabajar en equipo: es básico para sobrevivir y crecer. Desarrollar una red interna que aproveche conocimientos, integre visiones, es condición para la gestión del cambio, que es esencia de los tiempos que vivimos.
- Grado de diversificación: sin darnos cuenta, con el tiempo, vamos agregando productos, servicios, procesos, que nos alejan del foco de nuestro negocio, y nos dispersan, bajo la creencia de incrementar facturación. Pero en muchos casos, producen el efecto contrario, quitan rentabilidad, y nos alejan de la especialidad e identidad que nos dio origen.
- Innovar: es un tiempo donde todo es rápidamente perecedero, los consumidores fácilmente cambian, la lealtad es efímera, lo diferente manda, y lo visual predomina. Por lo tanto, requiere mantener viva la llama de la creatividad, dedicando espacios para desarrollarla.
- Veloflexibilidad: es la unión de velocidad y flexibilidad. Es la capacidad interna para afrontar tiempos de turbulencia e incertidumbre creciente, sin quedarnos anclados a modos de decidir y actuar.
- Emociones y pertenencia: administrar las emociones, darles un cauce positivo, es central para crecer y ser eficientes. No puede quedar librado al azar. Si nuestra gente no quiere al negocio, nada bueno saldrá, no lograremos los compromisos necesarios.
- Simplicidad y complejidad: crecer perdiendo dominio y control del negocio es peligroso, del mismo modo como vender mucho más cediendo en rentabilidad. Por eso, seamos cautos a la hora de complejizar, mantengamos el dominio, cuidemos lo simple, agrandar no es sinónimo de ganar más.
- Familia empresaria: las estadísticas desmienten las creencias, la incorporación de nuevas generaciones son un reaseguro para la continuidad. Pero eso requiere planificación, abordar los problemas, y cumplir con ciertos requisitos ineludibles para crecer como empresa familiar.
Néstor Rabinovich
Soluciones para empresas