El jueves 24 de abril, en Tucumán 1816 de la ciudad de Rosario, se presentará la novela de Javier Núñez (Rosario, 1976) titulada La doble ausencia. Como nota destacada, debe mencionarse que ha ganado el Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo (México, 2012) y que fue finalista del premio Emecé de novela en el 2011. Esta novela ya fue publicada en México y ahora llega a la Argentina en una coedición de Editorial Eduvim y la Editorial de la Universidad Veracruzana de México.
Tuve el privilegio de conseguir uno de los pocos ejemplares de La doble ausencia que llegaron de México. La leí entonces, a mediados de 2013, cuando Javier Núñez se aventuraba a buscar quien le editara en el país su novela premiada. Afortunadamente, lo consiguió: la editorial de la Universidad de Villa María (Eduvim), un sello ambicioso y de calidad, con un cuidado catálogo y una línea editorial clara, que se orienta hacia lo académico pero no descuida la creación literaria.
No pretendo trazar una crítica ordenada ni exhaustiva de la novela. Sí, en el marco de su reedición, sumar unos comentarios que puedan dar cuenta de lo que, al menos desde mi mirada, se juega en La doble ausencia. Inscripta en un realismo sin fisuras, siento que permite que se lea en clave de novela de aprendizaje como también de policial. Porque, aunque no lo es del todo, el narrador, Santiago Fonseca, se enfrenta a la resolución de un enigma que va reconstruyendo a partir de pistas, en una investigación que lo conduce de Caballito a Rosario, de la vida cómoda del hogar a la incertidumbre de la aventura.
La búsqueda de Santiago es doble, sino triple. Por un lado, pretende recuperar la vida pasada de su padre, Eduardo, su vida secreta, su doble vida. Mejor dicho, su doble doble vida: la amorosa y la literaria. Esta última, la segunda búsqueda, exhuma retazos de la movida literaria de Rosario y su zona, del litoral, recreándola en un cruce entre la ficción y los testimonios “reales” que existen sobre ella. Allí, como marco y dándole un valor agregado al relato, surge el mundo de los escritores periféricos, de los escritores que reman y sudan para publicar sus libros, de los escritores que en ritos secretos se reúnen a compartir sus textos. Y en ese universo, como una figura paternal o protectora, aparece el nombre y los versos de Juan L. Ortiz.
Y si es verdad que es triple, la tercera búsqueda es la de la propia identidad, aquella que, a partir de la recuperación del pasado del padre pretende construir el futuro del hijo, del narrador: Santiago. Padre y mundo literario se arman como “rompecabezas”, pieza por pieza, hallazgo por hallazgo. En la tercera búsqueda, incompleta, la resolución excede a la novela.
Para llegar al pasado del padre, amoroso y literario, la máquina del tiempo, el chamán o médium, va a ser Sofía, la antigua amante de Eduardo. Femmina fatale, necesariamente, segura, irresistible, dominante: un personaje que a cualquier hombre (y/o mujer) le gustaría ver materializarse, salir de las páginas y volverse realidad. Ya sea para admirarla o para salir corriendo. También, irremediablemente, Santiago va a compartir, tardíamente, la amante con su padre. El narrador recuerda que en una novela de Javier Marías se reflexionaba sobre “la relación o parentesco que adquieren dos personas que yacieron con la misma mujer” y que no existe en nuestra lengua un verbo que designe dicha situación. Marías proponía “conyacer” o “cofollar”; Núñez, a través de Santiago, argentiniza: “concoger”. Así, de alguna manera, empieza el encuentro del padre: “Sofía nos había unido, a Fonseca (Eduardo) y a mí, más allá de la sangre. No había hecho conyacentes, parientes lejanos de una misma mujer”. Esa relación “maldita” –por Moisés, en Deuteronomio 27:20- con Sofía estructura, junto con el tópico de la búsqueda, los mejores y más logrados momentos de la novela.
Como disfruté de La doble ausencia, por su argumento y por la fuerza narrativa de Javier Núñez, celebro que, después de su publicación en México, tengamos una edición argentina. El jueves 24 de abril, entonces, a las 19 horas, en La Fávrika, con la presentación del escritor Marcelo Enrique Scalona y el acompañamiento musical del poeta Tomás Boasso, tendremos en Rosario la presencia de La doble ausencia.