Aunque parece que no se puede hablar de otra cosa que no sea Mascherano y el Mundial, probemos de seguir con esto de los escritores que dan consejos. Parece que en algún punto, quizá en la plena confianza de que el arte narrativo, como tantas otras artes, no puede enseñarse mediante un decálogo o dos, los escritores consejeros se volcaron al humor para acentuar así el despropósito de ponerse a dar consejos. Continuar leyendo