A los 85 años se fue Jorge Morales. Hubo una época en que el boxeo era más que un deporte. Cuando el Luna Park era de uso puro y exclusivo para grandes peleadores, memorables campañas de boxeadores que emocionaban a hombres y mujeres por igual.
Una época donde el fútbol no era la pasión de multitudes de estos tiempos, ese lugar estaba reservado solo para el box. Distinguirse en esos tiempos era para pocos, y entendidos. No había boxeadores mediocres, periodistas que tocaran de oído, árbitros que no tuviesen personalidad para “mandar” arriba de un ring ni jueces timoratos a la hora de puntuar en sus tarjetas. Y el anunciador, ese personaje que le aportaba la magia restante, tenía que ser el mejor. Y el Luna lo tenía, vaya si lo tenía.
Allá por los inicios de los años 70 Fiorentino decide alejarse del mundo del Box como anunciador y se produce un vacío en un lugar muy sensible en una velada de boxeo. Es allí cuando el gran “Tito” Lectoure (cuando no) conoce a un asiduo espectador de boxeo que además era actor, y de los buenos. Un porteño de pura cepa, Jorge Morales. Quien se convertiría en LA VOZ del Luna por más de 30 años.
“Apenas Tito lo vio supo que era el. Jorge tenía una pinta y una voz que enamoraba. Además era un tipo de bien, le brotaban los códigos de la amistad por los poros” nos cuenta uno de sus amigos, Hugo Basilotta.
“No tardó nada en hacerse querer dentro del mundo del boxeo, un tipo con un perfil bajo y muy serio a la hora de trabajar, lo querían todos, hasta los boxeadores. Y además con el profesionalismo que había adquirido en su formación de actor le daba una distinción que no abundaba en esas épocas. Jorge fue actor de novelas importantísimas, trabajó en Rolando Rivas Taxista, que para los más jóvenes es como decir hoy en día Avenida Brasil. Fue compañero de estudio de Alfredo Alcón y Rodolfo Bebán entre otros monstruos. Además como si todo esto fuese poco sabía una enormidad de boxeo” detalla Basilotta.
Todo el talento que desplegaba arriba del cuadrilátero se contraponía con una vida muy introvertida y sencilla que en cierto punto le jugó en contra a la hora de mostrarse y promocionarse como profesional. “Yo le hablaba y lo trataba de convencer de que necesitaba promocionarse un poco más, pero era tan sencillo para vivir…. ¡¡¡ni representante tenía!!!” recuerda un emocionado Basilotta.
Eran tiempos donde el Luna encendía sus luces los miércoles y sábados. Y las grandes estrellas estaban arriba y abajo del ring. Uno de los primeros campeones en ser anunciado por Jorge Morales fue ni más ni menos que el gran Horacio Accavallo y el último púgil que tuvo ese placer fue el “Chino” Maidana. Entre estos dos extremos pasaron todos por su voz. Si bien a la comunidad del mundo del box le quedó la gran deuda pendiente de hacerle un homenaje en el Luna Park (que el estadio estuviese cerrado tanto tiempo colaboró para generar esa deuda), Basilotta se dio un gran gusto en vida con Morales. “Tuve la surte de llevarlo dos veces a Las Vegas a ver dos combates del “Chino”. Uno fue contra Soto Karass y la última vez contra Adrien Broner. Contra Mayweather no mi animé porque ya lo notaba cansado, pero las experiencias anteriores no me las olvido más”.
Gran admirador del anunciador norteamericano Jimmy Lennon Jr., nunca quizo trabajar para otra persona que no fuese Tito Lectoure.
El Luna Park hoy en día es un recinto más vinculado a los recitales y otros espectáculos que a las peleas de box. Sin embargo, si un sábado a la noche pasan por la puerta, hacen silencio y prestan algo de atención van a escuchar algo que suena más o menos así: “ Y en la úuuuuuullltima pelea de la noche………”