Si hay algo que se ha transformado en epidemia en los últimos 40 años, son los trastornos de ansiedad; que son la base, el combustible -o un componente fundamental- en decenas de diagnósticos y síntomas que escuchamos diariamente. Oímos sobre el pánico, sobre las fobias; de cuadros obsesivos compulsivos, sobre el estrés, sobre síndrome de burnout…en todos ellos este factor, fuera de control, está presente.
Hablamos de un estado emocional y físico displacentero, familiar -prima hermana digamos- de la angustia. Por supuesto que todos tenemos cierta dosis de ansiedad, pero hoy vamos a hablar de cuando esta “sustancia” se presenta con la potencia necesaria como para complicarnos demasiado la vida.