Irse de vacaciones es hacer una ruptura con las responsabilidades y las rutinas de la vida cotidiana. Es alejarse un poco de todas esas zonas de tensión que implican ciertos mundos a los cuales no nos queda otra que pertenecer. Todos tenemos rutinas, y no tiene por qué ser algo displacentero tenerlas; pero romper con ellas, es algo imprescindible para renovarse. Entregarse al ocio, poder funcionar con tiempos propios, y no con los que nos imponen las instituciones (trabajo, escuelas, clubes…lo que sea) es algo central. Lo más interesante del asunto, es que uno puede manejar el tiempo; pero bueno, no muchas personas logran ese acto de libertad. Simplemente no saben qué hacer con el ocio cuando “no tienen nada que hacer en él”. La falta de obligaciones angustia. Y esto es independiente de que uno use el ocio de manera más activa que otros. Continuar leyendo