Inseguridad: el exceso de garantismo y la crueldad

 

Nadie en su sano juicio puede cuestionar al garantismo como corriente  del pensamiento jurídico. Es una  línea teórica que  aporta herramientas fundamentales para que puedan cumplirse  derechos inalienables de los individuos. Gracias a estas ideas, estamos defendidos de posibles arbitrariedades y tenemos garantías de  un buen proceso en el territorio de las instituciones judiciales. Ahora bien: hasta acá, todo correcto. El asunto es que existen los fundamentalistas y los que caen  en el exceso…y suprimen la realidad.

Pero entremos en el tema de la enorme crispación social que hay por la inseguridad. Ante todo, queridos lectores,  es fundamental que legitimemos la enorme  angustia general que flota en el aire en estos tiempos. La gente está con miedo, por sí misma, por sus seres queridos; siente que todo es posible…y, sistemáticamente, vivencia estados de desamparo e impotencia.  Hay un estado de anomia general en este país; no es ser pesimista decirlo. Reconocer el problema es empezar a resolverlo. Por otro lado, no es central si los medios  de comunicación fogonean o no el asunto;  lo importante es que el malestar de la población es real, es “un sentir físico”.  Poco importa si los que “salen a gritar” sobre ese miedo son “los salvajes de la palabra”, o gente un poco  exaltada o fuera de control. Lo ideal sería que los que gritan  “nos están matando”, fuesen  personas coherentes y precisas en su modalidad de expresarse. Pero bueno, los aullidos sociales se abren camino como pueden. Nada es ideal. Y, en el estado actual de cosas, me parece un tema menor también.

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