Más allá del valor ornamental de las plantas, debemos dedicar un tiempo a su sentido primordial para nuestra sociedad: la capacidad de alimentarnos y nutrirnos con sus componentes.
Las hojas, los frutos, las raíces… son tantas cosas que nos brindan y no siempre somos conscientes que podemos disfrutarlas en nuestra casa, con un sabor auténtico y fresco. Les puedo asegurar que no hay un gusto más intenso que el de la comida cosechada en nuestro propio balcón.
Antes que nada es imprescindible aclarar que no importa el espacio que tengamos en casa, siempre podemos tener algún alimento en nuestro hogar. Las plantas aromáticas son el mejor ejemplo, pero hoy nos vamos a enfocar en otras familias vegetales para ir más allá de un “simple” condimento.
Tengamos en cuenta que en lugares reducidos, la huerta es más bien experimental y no es algo que nos abastecerá de comida todos los días.
Para comenzar una huerta debemos definir algunas cosas: ¿qué espacio le queremos dar? ¿cuánta luz disponemos? ¿qué alimentos nos gustaría tener?.
En base a esas preguntas, debemos elegir las especies a cultivar y la forma de hacerlo.