Por: Mariano Marquevich
Ponerse una etiqueta es una operación abstracta. Abstracta y artificial. En principio, inofensivo como el aire. Luego, puede volverse beneficioso como el viento que soplamos a una vela antes de acostarnos, u ofensivo, como un tornado…
Argentina viene de la palabra del latín Argentum que significa Plata. El hecho que nos llamaran así fue un proceso. Proceso que nació cuando -el hombre y su voluntad de poder- se fueron repartiendo estas tierras latinas, hasta adoptar en el mapa la forma que hoy le conocemos. Y digo el hombre porque por más que ellos sean españoles, ingleses o franceses también atravesaron un proceso similar. Y digo mapa, porque es en el único lugar donde existen esas líneas irregulares y, por cierto, bastante arbitrarias.
Paralelamente, el mismo proceso que vemos en la historia, se replica en cada individuo aquí nacido: lleva un tiempo; desde que al bebé le dicen que es argentino, hasta que se siente argentino.
No somos argentinos por más que nos repartan un papel plastificado cuando nacemos; y luego nos repartan la actualización de ese papel plastificado cada varios años. No somos argentinos por más que tengamos que obtener otro papel plastificado para ir de un pedazo de tierra a otro. No somos argentinos porque una mayoría de gente lo diga, o por hablar el idioma español mezclado con un acento italiano. Tampoco por qué nos puedan poner preso por no llevar alguno de esos papeles plastificados en un determinado momento. O porque nos exijan pagar impuestos que se les cobra a los “argentinos”. Por más que todo eso ocurra, seguimos sin ser por ello argentinos.
Existe un imaginario de argentino: arrogante, en ciertos aspectos brillante, irrespetuoso y entrador. Eso tampoco te habilita…
Ser o no argentino es una decisión personal y subjetiva. Y como tal, puede interpretarse de muchas maneras y traernos consecuencias neutras, positivas o negativas.
No somos parte de una región por haber nacido ahí. Ni siquiera echamos raíces. Hemos pisado y pisaremos un mínimo porcentaje del territorio que ocupamos. Los hay también quienes pisaron más suelo extranjero y se los siguen considerando argentinos.
Aún más, si nuestro país ocupa el puesto ocho entre los mas grandes del mundo. Más aún, más cuando hay distintos modismos según regiones, veinticuatro provincias, los tres climas. Aún más, si por argentino se entiende un tipo que insulta durante un mes a los anfitriones de un espectáculo deportivo. Aún más, cuando se lo vea como un mal perdedor, un corrupto, un inadaptado, un crack…
LLAVE MAESTRA
Ser argentino es en verdad inofensivo, es casi como una palabra.
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