Una de las grandes líneas divisorias de aguas entre los que tenemos perro y aquellos que no tienen es la cuestión de la tradicional pirotecnia de fin de año. Los primeros creen que esta milenaria práctica es casi un acto criminal contra el resto de las especies que habitan el planeta mientras que los segundos entienden el uso de fuegos artificiales como su legítimo derecho. Continuar leyendo