Un libro usado puede incluir rasgos muy particulares: una misteriosa dedicatoria, frases resaltadas (por las cuales la psicología de su anterior dueño influye de algún modo en nuestra lectura), la aureola amarillenta que se expande en cada una de las páginas, dibujos extraños, anotaciones, reflexiones, o hasta una vital hoja faltante.
Además, la compra de un libro usado incluye otro aditivo, que, por cierto, está fuera de nuestro alcance, y que se resume en la siguiente pregunta: ¿por qué alguien quisiera deshacerse del libro que ahora tenemos en nuestras manos?