Por: Juan Pablo Parrilla
El impacto del primer spot de Debi Austin fue brutal. No vale la pena describirlo. Hay que mirarlo. #MalditaNicotina le puso subtítulos.
Cuando en 1996 la Sociedad Americana del Cáncer le propuso protagonizar la publicidad “Voicebox” no pudo quedarse de brazos cruzados. “Quiero ser como tú”, le había dicho su sobrina de 4 años luego de dibujarla con un punto negro en la garganta.
Ese agujero en el cuello, entre el segundo y tercer anillo traqueal, se llama estoma. Más del 95% de las personas que lo tienen fueron fumadoras. A Debi le permitió respirar durante dos décadas, desde que le extirparon la laringe por un cáncer en 1992, hasta su muerte el pasado 2 de febrero, a los 62 años.
Con la cirugía perdió sus cuerdas vocales. De un día para el otro se quedó muda. Tardó dos años en aprender a hablar a través del esófago. Es un proceso complejo, que muchos no superan. Se apoyó en el grupo de autoayuda para laringectomizados.
Su principal problema era otro: seguía fumando. A escondidas. En público sentía vergüenza y usaba un colgante para disimular su estoma.
“Cuando se fuma por la boca, hay dos o tres cosas que filtran el humo antes de que llegue a los pulmones. Pero esto es un golpe directo. Es extra estúpido”, aceptaba por ese entonces en declaraciones a Los Ángeles Times.
Su primera calada fue casi una travesura. Después de la escuela, fumó con sus amigos un Camel sin filtro que le había robado a su padre. Tenía 13 años.
“Dijeron que la nicotina no es adictiva. ¿Cómo pueden decir eso?”, se preguntaba con un susurro ronco, casi gutural, en “Voicebox”, antes de dar una calada a través de su estoma. Era la primera vez que lo hacía en público.
Recién cuatro meses después dejó de fumar. Cambió los más de dos paquetes que consumía al día por una lucha pasional y personal contra el tabaquismo.
A fines de 2010, el Departamento de Salud de California presentó nuevos anuncios antitabaco interpretados por Debi. Son tan impactantes y efectistas como el primero. Los spots Candle y Stages también fueron subtitulados por #MalditaNicotina.
El gobierno de California además filmó una larga entrevista a Debi que fue ampliamente difundida. “Cuando comencé a fumar, no recuerdo que haya habido ningún aviso que me llamase a no hacerlo. Así era. Todo lo que había eran llamados a fumar más, comprar más, consumir más. El verdadero daño del tabaco era ocultado”, recordaba.
Liberada de su adicción, Debi dedicó sus últimos años a recorrer el estado para concientizar a los jóvenes. Quería “que lo piensen dos veces”.
En otra entrevista sintetizó el mensaje que quería transmitir. “Soy el peor de los casos que tu madre te pudo contar. Soy el muerto viviente, el desecho de la industria tabacalera que no puede sanar”, describió.
Hoy Debi es un verdadero ícono en California. Su historia encarna la pérdida de calidad de vida que puede provocar el tabaquismo. Tuvo la valentía de compartirla, mientras peleaba hasta sus últimos días contra un cáncer de estómago y un enfisema.
El programa de control del tabaco que se aplica en California desde comienzos de los ’90 ha salvado más de un millón de vidas y posibilitó un ahorro en gastos de salud de 134 mil millones de dólares. Las tasas de cáncer de pulmón también están disminuyendo tres veces más rápido que en el resto de Estados Unidos. Son datos oficiales. Buena parte del mérito es de Debi.
* #MalditaNicotina agradece a Julieta Gorlero, que colaboró con las traducciones de este post.