A subir el termostato!!

#ManualDeSeducción

Llamamos levantar temperatura a hablar sobre sexo de una forma impersonal y relajada. Un hombre de alto valor se refiere a este tema con naturalidad, pues para él es habitual y cotidiano. No parece desesperado por tener relaciones ni falto de información. Tampoco pretende influir directamente en su interlocutor mediante una conversación de índole sexual, salvo que ya se encuentre en la cama , donde es absolutamente normal hablar de sexo intencionadamente. A algunas mujeres podría incluso resultarle extraño no hacerlo.

Entre ellas, hablar de sexo no es tabú. Al menos, no actualmente. Basta con leer cualquier revista o mirar los programas de televisión en los que se conversa abiertamente sobre masturbación femenina, orgasmos, juguetes eróticos y otros asuntos por el estilo. ¿Por qué, entonces, la mayor parte de las mujeres habla tan poco de sexo con los hombres? Sencillamente, es parte de su escudo de protección: temen que, si lo hacen, ellos puedan interpretarlo como una propuesta sexual.

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Sin embargo, al incluir sutilmente el tema en nuestras conversaciones, percibiremos cuán habitual puede ser para una mujer hablar de sexo y eso nos hará sentir más distendidos al incursionar en este tipo de diálogo. Obviamente, debemos ser capaces de diferenciar el efecto que puede tener la pregunta: “¿Podrías explicarme qué es un una zona erógena, por favor?”, de una afirmación como “¡No hay mujer en el mundo que no tenga zonas erógenas!”. Mientras la pregunta nos haría parecer adolescentes inexpertos, la afirmación –sin ser un poema de Shakespeare– implica un conocimiento y una postura que es manifestada estratégicamente con una enunciación impersonal. Nosotros no podemos decirle a ella: “Creo que no tenés zonas erógenas” o “Creés qiNo las tenés porque nunca estuviste conmigo, nena”. En primer lugar, eso bajaría nuestro valor relativo (revelaría desubicación, soberbia y vulgaridad) y además generaría el factor fulana (ver capítulo 13), dos razones de peso para que ella finalice la interacción. Por eso, cuando hablemos de sexo utilizaremos términos genéricos como “las mujeres” y “los hombres”.

Plantear los temas de modo impersonal nos brinda la oportunidad de avanzar con preguntas más arriesgadas, que pueden levantar temperatura, sin dejar a ninguna de las partes en una posición socialmente incómoda y sin que manifestemos un interés excesivo por ella.

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Podemos hablar de posiciones en la cama, tamaños o disfraces, si nosotros lo hacemos en representación de los hombres en general y ellas, en nombre de las mujeres. Es preciso comprender también que hay ciertas cosas que pueden excitar a un hombre, pero no a una mujer. Por ejemplo, tocarse un pecho de forma accidental no es algo especialmente erótico para las mujeres. ¡Ellas no van por ahí rozando sus pezones con ansias de tener un orgasmo en el supermercado! Algo similar ocurre con la depilación. Para una mujer, es un asunto cotidiano. Le dedican horas a esa tarea y, comúnmente, charlan sobre eso con sus amigas. Exceptuando algunos casos muy poco frecuentes, hablarle a una mujer sobre la depilación de su entrepierna puede tener el mismo efecto erótico que discutir marcas de detergentes.

Ahora bien, desde el comienzo del libro hemos resaltado la importancia de no demostrar interés sexual y eso es algo que debemos tener muy presente en las primeras etapas del juego. Pero llegado el momento adecuado, cuando ya se ha generado la atracción suficiente como para seguir avanzando, debemos llevar la interacción hacia ese plano ­con inteligencia. No hacerlo constituiría una falla en nuestro juego y no estaríamos respondiendo en forma correcta a la inversión realizada por la mujer.

 

EL juego de la Seduccion WEB
* Extracto del libro “El juego de la seducción”, de Rieznik y Tabaschek, adaptado especialmente para INFOBAE.COM con la autorización de la editorial Dibuks . La primera parte del libro puede descargarse gratis en la web de la editorial.