Por: LevantArt
Para entender como miden las mujeres el atractivo de un hombre, debemos tener en cuenta que el homo sapiens sapiens lleva en la Tierra aproximadamente 200.000 años; al menos durante 190.000 de ellos (un 95% del tiempo), éste ha vivido en pequeñas tribus. Esto quiere decir que, a lo largo de miles de años, nuestro cerebro se ha ido amoldando a la convivencia y la reproducción en pequeños grupos. Seguimos teniendo las mismas funciones cerebrales que poseían nuestros antepasados, habitantes de pequeñas comunidades. Sabemos que, aunque los cambios sociales y tecnológicos han sido vertiginosos en los últimos siglos, biológicamente el ser humano no ha cambiado prácticamente en nada.
Tratemos entonces de analizar cómo funcionaba la seducción en esas sociedades en las que se desarrolló el cerebro de nuestra especie. ¿Quién atraía más a las mujeres de una tribu? ¿Quién podía ofrecerles a ellas el mayor valor de supervivencia? Sin duda, en las sociedades primitivas esa persona era el jefe de la tribu.
¿Cuáles eran sus características principales? Era el líder, estaba en condiciones de proteger a sus seres queridos y tenía un alto grado de preselección. Estas tres características que generaban atracción en una mujer hace 200.000 años son las mismas que, nada casualmente, encienden los mecanismos de atracción de las mujeres en la actualidad y probablemente continúen haciéndolo en el futuro.
Analicemos entonces estas tres características que distinguían al líder tribal y veamos cómo podemos comunicarlas.
Liderazgo
El liderazgo es el rasgo de carácter más importante que posee alguien con alto valor de supervivencia; es el don social por excelencia.
Liderar no debe entenderse como sinónimo de poder y autoridad, sino más bien como la capacidad de conducirse en diferentes situaciones y de enfrentar eventuales desafíos.
Hay quienes creen que el liderazgo es la vocación de imponer a los demás los deseos y pareceres propios, cuando lo más importante para una mujer es que tengamos la facultad de afrontar distintas instancias y tomar decisiones más o menos complejas. Éstas son elecciones que, con frecuencia, afectarán a las personas que nos rodean.
En una situación de seducción, ante todo intentaremos liderar la interacción con la mujer. Si pedimos permiso para cada cosa que queremos hacer o decir, seremos percibidos como personas inseguras y no como líderes. “¿Te puedo contar algo?”, “¿Querés que nos veamos?” o “¿Adónde vamos?” son preguntas que muestran fragilidad en el carácter. Por el contrario, debemos tomar el control de la situación: “Escuchá esto, es increíble”, “Quiero verte” o bien “Vamos, te voy a hacer conocer tal lugar”.
Por otro lado, es importante transmitir que esa capacidad de liderazgo también está presente en nuestra vida diaria. Para eso, en las primeras fases del diálogo podremos mencionar con naturalidad algún evento de nuestra cotidianidad: una fiesta sorpresa que estemos organizando para un amigo, un viaje o un negocio nuevo o algo tan simple como haber sacado a pasear a nuestra hermana y su hijo.
Éstas son situaciones en las que lideramos positivamente y, si las relatamos con sutileza, lograremos que esa mujer sienta que sabemos lo que hacemos, que estamos siempre un paso adelante, que tenemos un plan ideado en el que la pasará bien. No queremos que piense que, al estar juntos, ella deberá ser quien afronte las situaciones complicadas porque nosotros vivimos estancados y nos paralizamos ante cualquier eventualidad.
Protección de los seres queridos
Esto significa, ni más ni menos, que somos capaces de compartir nuestro alto valor de supervivencia. A esto precisamente se refieren las mujeres cuando dicen sentirse atraídas por hombres románticos; el modo de comunicarlo no es andar regalando flores o bebidas por ahí.
Si a una mujer que apenas conocemos la invitamos con una copa, mostraremos que somos derrochadores de recursos y no protectores de seres queridos. No sabemos quién es ella y, sin embargo, ya le regalamos algo. La mujer busca hombres que potencialmente sean buenos compañeros de hogar, capaces de cuidar a su familia sin necesidad de gastar dinero innecesariamente para impresionar a alguien.
Existen diferentes formas de transmitir a una mujer que somos protectores. Con cierta práctica, lograremos hacerlo en el primer minuto de interacción, ya sea contándole que nuestra sobrina está a punto de cumplir años y queremos regalarle algo inolvidable o bien comentándole que la noche anterior llevamos al perro a la veterinaria a las dos de la mañana porque lo vimos mal.
Si uno no ha hecho nada de eso últimamente, ¡es momento de comenzar! Muchos Avens llevan en su teléfono algunas fotos con sus sobrinos, hijos, el bebé de un amigo o su mascota para poder mostrarlas en algún momento de la interacción. Que la protección de seres queridos se traduce en un alto valor de supervivencia explica que las mujeres no puedan dejar de mirar a un hombre que juega con un bebé. ¡Para una mujer, es casi como ver porno! No es algo que eligen, simplemente se sienten atraídas instintivamente por eso.
La preselección
El hombre virgen a los cuarenta años sólo puede resultar interesante en una película, como personaje de ficción. Para una mujer, que ya hayamos sido elegidos por otras mujeres constituye un ahorro de tiempo. Ella interpreta que si otras mujeres han estado con nosotros, será seguramente porque tenemos un alto VSR. De no haber sido así, no lo hubiéramos conseguido. En el capítulo sobre el escudo de protección, mencionamos que si nos aproximamos a un set del brazo de una mujer, el filtro femenino prácticamente se desvanece. Esto sucede por un motivo doble: por un lado, en un primer momento las mujeres a las que nos acercamos suponen que no estamos interesados sexualmente en ellas; por otro, al resultar obvio que ya hemos sido preseleccionados, nos convertimos en hombres de alto valor que merecen atravesar el escudo.
No es recomendable que hablemos de una ex novia con frecuencia, pues corremos el riesgo de que parezca que aún estamos apegados sentimentalmente a ella. Y a ninguna chica le interesa ser la segunda opción ni tener que competir con un recuerdo.Alcanza simplemente con que se perciba que hay mujeres en nuestro círculo social y que sabemos cómo tratarlas. Por supuesto, siempre es mejor demostrar esto con hechos. Si nos ven hablando con la más linda del lugar y observan que ella muestra interés en nosotros, la mayor parte de las mujeres presentes sentirá deseos de conocernos.
Recordemos ser sutiles: no es necesario presumir. La discreción es una virtud. Mucho más efectivo que decir “Acabo de salir del baño con esa chica” será que noten una marca de lápiz labial en nuestro cuello. Las mujeres son verdaderas especialistas en reconocer esos detalles y puede ser que, por una vez en la vida, esto juegue a nuestro favor.
*Fragmento del manual “El juego de la seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”, de Martín Rieznik y Mike Tabaschek. Adaptado especialmente para INFOBAE.COM con la autorización de la editorial Dibuks . La primera parte del libro puede descargarse gratis en la web de la editorial.