Por: LevantArt
En artículo de hoy compartimos uno de los “reportes de campo” que forman parte del libro “El Juego de la Seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”. Esta crónica cierra el capítulo que analiza el lenguaje corporal en la seducción. En el relato, Nacho aplica sus estrategias para abrir una interacción con dos chicas desconocidas y lograr en unas horas el contacto más íntimo. Dado que se trata de una historia real, fueron modificados los nombres de los protagonistas para mantener su privacidad.
Desde unos mates en el parque hasta la cama
«Suelo pensar que mi fuerte es la noche, pero este sábado me pasó algo muy loco… Supuestamente nos juntábamos con los chicos de la banda a la tarde pero me quedé dormido. Me desperté a las seis de la tarde. Entonces llamé a Mike y me dijo:
–Es súper tarde. ¡Mejor andá a levantar a alguien a la esquina de tu casa!
Era un chiste, pero lo pensé medio segundo y me dije: “¿Qué puedo perder? ¡Vamos!”. Acá empieza uno de mis mejores juegos.
Me cambié y salí hacia la plaza. Ya eran las 18:30 hs. Abrí el primer set con un mate… Describo: eran dos mujeres con un nivel de energía muy positivo y parecían divertidas. Una, medio rellenita pero divina, tenía una voz muy sexy y una sonrisa que no se le borraba de la cara. Se había mudado poco antes al barrio, a dos cuadras de la plaza. La otra, la que más me interesaba conocer, era su mejor amiga y vivía más lejos. Con ella conectamos muy rápido. Físicamente era muy linda, con una cola increíble. Más tarde, hablando un poco con ella, me contó que solía trabajar de promotora para poder bancar sus estudios en Comunicación.
Me aproximé con una frase muy simple. Iba con un libro de Murakami en la mano, como si fuera a la plaza a leer algo y las abrí, por supuesto, girando la cabeza por encima de mi hombro con un:
–Chicas, me sumo a sus mates, ¿se animan?
–¡Obvio!
Apenas dijeron eso, me senté y me relajé completamente, como si estuviera en casa. Le pedí a la vecinita que me sacara una foto con su amiga pasándome un mate, y nos pusimos a hablar de fotografía. Enseguida, mi nueva vecina dijo que tenía que irse un rato a comprar un colchón antes de que cerrara el negocio (ya eran las 19:30 hs.). Como iba a encontrarse con su madre y su amiga promotora estaba divirtiéndose conmigo, me dejó solo con ella y se fue. Entonces aproveché y le dije:
–Quiero tomar algo, esperemosla en ese café…
Lo pensó un segundo, le avisó por teléfono a su amiga y allá fuimos. Al rato, volvió la vecina, muy contenta de tener ya su nuevo colchón. Acá pensé que se me terminaba la noche con la promotora, pero entonces su amiga quiso pasar al baño. Nos quedamos solos nuevamente y decidí cerrar con el intercambio de Facebook. Por las dudas, mis últimas palabras fueron:
Te escribo un mensaje con una palabra secreta y vos me respondes con la contraseña… Yo te digo “Hola, competidora” y vos contestás “Hola, competidor amoroso”. ¿Dale?
Llegué muy contento a mi casa. A las 22:20 hs. la vi conectada. Pensé qué haría si se daba la ocasión de volver a verla ese día. Arranqué a chatear por Facebook:
–¿Llegaste, competidora?
–Recién, competidor amoroso.
–¡Cumpliste! ¿Qué hacés?
–Acá, con mi amiga. Me da poca bola, está con el novio…
–¿No estás de más ahí?
–Puede que sí, pero todavía no me incomoda. El chico es muy caballero, no se andan toqueteando, jaja.
–Yo voy a comprar helado y a ver una peli, ¿te sumás?
–Mmmm…
–Bueno… ¡si te cabe el voyeurismo te podés quedar a mirar ahí!
–¡Jajaja! Mmm, bueno, dale. Película y helado, pero no me puedo quedar hasta muy tarde.
–Hecho.
Entonces arreglamos para encontrarnos de nuevo. Compramos helado y fuimos a casa. Vamos a aclarar algo: lo que cuento quizá parezca fácil de hacer, pero no lo fue. Tuve que esforzarme para lograr que ella entrara en confianza en mi departamento. A grandes rasgos, esto es lo que hice para generar confort: entramos y salimos del departamento varias veces con cualquier excusa (tirar la basura, comprar cigarrillos, etcétera). La idea era que no sintiera que estábamos encerrados ahí. Nos pusimos juntos a elegir música. Le pedí que guardara el helado en la heladera y que buscara los cubiertos, como si fuéramos amigos desde mucho antes. Después buscamos una película: El club de la pelea.
Sacamos el helado y nos sentamos en el sillón frente al televisor. Ella estaba bastante nerviosa, se le notaba; tenía cruzados los brazos y las piernas. Para no hacerla sentir incómoda, no hice nada hasta que no se relajó corporalmente. Esperé a que se descruzara y dejé que fuera ella la que tomara la iniciativa de ir a lo físico. Después de ver la mitad de la película, empezó a imitar a Brad Pitt y a pelearme en el sillón. Arrancamos con los besos y al rato estábamos en la cama.
Hagamos las cuentas: salí a las 18:30 hs. de casa y el momento cúlmine llegó a las 00:30, es decir ¡6 horas después! Fue increíble. No esperaba nada parecido de una salida a la plaza. ¡Gracias, Mike!»
* Fragmento del libro “El Juego de la Seducción. Todo lo que un hombre debe saber sobre las mujeres”. Adaptado para INFOBAE.COM con autorización de la editorial Dibuks.
Los primeros capítulos pueden descargarse gratis en la web de la editorial.