Es cierto que el género femenino está en el ojo de la tormenta: siempre se trata de encontrar nuevos síntomas, traumas desconocidos, alteraciones 2.0, ciclotimias por el ciclo hormonal hasta climático, todo agente externo (o interno) influye, para los hombres, en el humor.
Se habla de stress pos-parto; de cambios de ánimo por ovulación; de los complejos corporales; de que ésta camisa hoy me queda mal y mañana bien; pero aún no se ha escuchado hablar del estado calamitoso de las mujeres y la mudanza: esa semana en la que estás en un punto de ebullición constante, colérica porque sí. Continuar leyendo