Por: Fernando Taveira
A días de debutar ante Japón, por el Grupo H del Mundial ‘98, en la concentración argentina surgió una versión que paralizó al país sudamericano. Fiel a su estricto estilo, Daniel Passarella le había solicitado al cuerpo médico “albiceleste” que realice un control a sus jugadores para evitar un escándalo, como el que había ocurrido cuatro años antes, en el que Diego Maradona había sido excluido del torneo de Estados Unidos por el consumo de efedrina. Los resultados no fueron los esperados y, según un programa televisivo, a Juan Sebastián Verón le habían detectado cocaína.
Los estudios se habían realizado el 2 de junio, cuando la delegación criolla todavía se encontraba en Buenos Aires y se preparaba para partir rumbo a L’Etrat, donde estableció su bunker. Cuando la prensa se hizo eco del trascendido, el propio jugador, acompañado del “Kaiser”, salió a desmentir el incidente. Sin embargo, el médico, Luis Seveso, había admitido el hecho, aunque más tarde se retractó a pedido del entrenador.
Debido al convulsionado contexto, los protagonistas tuvieron la iniciativa de poner restricciones a la labor de los periodistas: todos los integrantes del plantel sólo formarían declaraciones a través de conferencias, y la atención individual con los medios quedaría cancelada hasta la finalización del certamen. “Tomamos esta decisión para que haya más transparencia en las preguntas y en las respuestas”, explicó el capitán, Diego Simeone.
Ya en Francia, Passarella ordenó envolver el complejo donde la Argentina realizaba los entrenamientos con una lona plástica de casi dos kilómetros de largo por dos metros y medio de alto. La medida le costó a los responsables del predio un monto adicional de 70.000 dólares. Además, se colocaron nuevas cerraduras en el portón de entrada y se solicitó que haya una custodia permanente de gendarmes con perros entrenados. De este modo, el director técnico logró que el contacto con los trabajadores de prensa sea nulo.
En tanto, Julio Grondona, reconoció que algo raro había pasado en aquellos exámenes. “Les juro por mi madre que yo no sé quién es. No quise ni preguntar”, dijo el presidente de la AFA, y agregó: “Los estudios son un tema interno del seleccionado. Se efectúan pruebas para controlar a los futbolistas y la responsabilidad reside en el médico y el director técnico. No creo que corresponda una sanción porque se trata de una prueba interna, fuera de competencia. Además, no hubo ningún hecho deportivo de por medio”.
Por su parte, el Secretario de Deportes de la Nación, Hugo Porta, sugirió que “la AFA debía hacer un sumario interno” para que sea analizado por el organismo que representaba el ex rugbier. Naturalmente, nunca se hizo nada.
Finalmente, la “Brujita”, quien había sido transferido de la Sampdoria al Parma, advirtió que todo era una campaña en su contra: “Todo lo dicen los periodistas y nadie va a sacar un papel para comprobar algo. La AFA ya dijo todo lo que tenía que decir, y el médico también. Yo tengo en claro quién es la gente que me quiere ensuciar. No hubo ningún informe oficial y estoy seguro de que si saltaba algo, yo me quedaba sin Mundial. Son versiones y no hay ninguna prueba”.
Dos meses más tarde, el Tribunal de Disciplina de la Asociación del Fútbol Argentino declaró la “inexistencia de infracción” en los controles efectuados, resolución que se tomó de acuerdo con el artículo 180 del Reglamento de Transgresiones y Penas, amparados por la ley 24.819. La Argentina fue eliminada en los cuartos de final ante Holanda, y a lo largo de la competición, Verón nunca salió sorteado para que realice el control antidoping.