Trastorno por atracón

#Nutrición
Por: Dana Sobol

El trastorno por atracón se caracteriza por la presencia de episodios recurrentes de atracones de comida. Un atracón se reconoce porque la persona ingiere una cantidad importante de alimento (generalmente, alimentos con un alto contenido calórico) mientras experimenta una importante sensación de pérdida de control.

Los atracones están desencadenados, generalmente, por estados emocionales negativos, como es la depresión, la soledad, el aburrimiento, etc. Además de los atracones, hay asociados determinados comportamientos relacionados con la alimentación, como es el comer muy deprisa, comer a escondidas, comer hasta sentirse muy lleno, comer grandes cantidades de alimento a lo largo del día sin planificarse las horas de las comidas, comer grandes cantidades en ausencia de hambre que llevan a la persona a sentir un enorme malestar, sentimiento de culpabilidad y como consecuencia se desencadena un estado de ánimo deprimido que incluso puede llegar a ser autodenigrante.

La preocupación principal de las personas que sufren este problema está relacionada, por un lado, con el descontrol ante la comida, y por otro, por los efectos que dichos atracones pueden tener a largo plazo en la figura y el peso, lo cual acaba afectando su confianza en las relaciones con los demás.

El trastorno por atracón es un desorden alimenticio en el cual un individuo:

- No tiene control de forma periódica sobre el consumo de comida.

- Come una gran cantidad de comida de una vez.

- Come de forma mucho más rápida durante los episodios de atracón que en la alimentación normal.

- Come hasta que se siente incómodo físicamente.

- Come en abundancia aunque no esté hambriento.

- Siempre come solo durante los atracones para evitar que se descubra su enfermedad.

- A menudo come solo durante la alimentación normal, debido a que tiene sentimientos de culpa sobre la comida.

- Se siente disgustado, deprimido o culpable después del atracón

Muchas personas son víctimas de atracones por antojos de comida. Distintos estudios señalan que es común que estos atracones ocurran en ciertos momentos, a menudo cerca de la hora de ir a la cama. Tu guardia puede estar baja, pudiste haber tenido un día particularmente difícil, y la forma en que decides darte un gusto podría no ser la más feliz. La fatiga y el estrés, con frecuencia, se combinan y asumen un papel protagónico.

Cuando los antojos de comida no son forzados, lo que comienza como un simple bocadillo antes de ir a la cama, se transforma rápidamente en un irrefrenable frenesí alimentario. En muchas ocasiones, ni siquiera nos damos cuenta de lo que está ocurriendo.

La mayoría de estos excesos poco tienen que ver con la satisfacción de una necesidad nutricional. De hecho, parecen estar más relacionados al aspecto emocional y la gula. Exactamente, no se conoce los motivos por los que nos permitimos estos desbarajustes, sin embargo el conocimiento sobre el tema cada vez es mayor. Estos son algunos pensamientos e ideas acerca de los atracones:

Si la comida no está disponible, no la puedes comer. Vacía la alacena de galletitas o aléjalo de tu vista. Mantén a mano las opciones alimenticias más saludables.

Reconoce los sentimientos y las emociones que te conducen a la comida. ¿Esto ocurre cuando estás aburrido, solo, o estresado? Si puedes identificar el disparador, podrás combatir la emoción que te hace desear ciertas comidas. Trata de manejar los disparadores de la mejor manera posible.

A veces, el hecho de ser conciente de que está ocurriendo un atracón parece no ayudar. No hay que desanimarse, llama a un amigo o amiga, comparte tus sentimientos con alguien.

Duerme lo suficiente. Cuando estás casado, es más fácil caer en la tentación de la comida.

Nunca te rindas. Cuando estés en la cama, y sientas la proximidad de ese deseo irrefrenable, has lo necesario para volver a ganar el control. Trata de practicar la restricción, pero no te vuelvas legalista y desequilibrado en tu búsqueda de perder peso. Piensa en la moderación más que en la abstinencia.

Entiende que el autocontrol y la disciplina, en sí mismos, ayudan. Si dependes completamente de tu control, podrías fallar. Necesitas formar un círculo de relaciones de apoyo e interés.

Ejercita. La actividad física incrementa la producción de endorfinas, lo que te dará una sensación de bienestar. Trata de realizar, al menos, 30 minutos de actividad física por día.

Emplea la moderación. En lugar de saturarte con todo tipo de comidas esperando que tus antojos desaparezcan, consume de 100 a 200 calorías de tu comida “antojadiza”.

Sustituye con comidas bajas en grasas y complejos hidratos de carbono. Si sientes deseos de chocolate, prueba con un yogurt dietético de ese sabor. Trata con barras de cereal para saciar tus deseos dulces.

Nunca saltees las comidas. Come cada tres o cinco horas. Realiza seis pequeñas comidas o colaciones regulares con comidas nutritivas.

Comprende que los atracones muchas veces están relacionados al estrés. En ese sentido, intenta otras formas de tratar el estrés crónico (un paseo en el parque, mirar una película, leer un libro, baños de espuma, etcétera).

Todos éstos estimulan los neuroquímicos que activan regiones del cerebro que inducen al placer. Las técnicas de relajación pueden funcionar al reducir la producción total de estrés. De modo que debes sustituir las comidas placenteras por experiencias placenteras.

Ten cuidado de ciertas medicaciones. Éstas pueden estimular el apetito. Las drogas empleadas en el tratamiento de la depresión y del desorden bipolar pueden ser estimulantes del apetito. Otras drogas, asimismo, pueden tener los mismos efectos.

Si estás bajo un tratamiento farmacológico, discute este tema con tu médico de cabecera o farmacéutico de confianza. Debes poder encontrar una alternativa que no te lleve a abrir la puerta de la heladera con desesperación.

Distráete. Encuentra algo que hacer. Realiza una actividad que saque de tu cabeza las ansias de comer. Y continúa haciéndolo hasta que el deseo haya desaparecido.

Efectúa una revisión de tu heladera y de las alacenas, y lleva a cabo una “limpieza general”. Arroja todo aquello que no sea saludable, todo aquello que está esperando para sabotear tu dieta, y comienza a comprar con más conciencia.