En la primera mitad del siglo veinte, un intelectual francés de nombre George Bataille desarrolló una sólida crítica al principio clásico de utilidad.
Según el autor, la sociedad moderna se concentró en una forma limitada de adquisición, al punto que la productividad quedó reducida a la producción de la vida material y la reproducción de vidas humanas para conservar la vida. Era la inseguridad sobre las condiciones materiales futuras y de la descendencia por venir lo que imperaba al momento de racionalizar los gastos. Continuar leyendo