Fue un monarca muy amado, y llorado tras su muerte violenta. Su estatua ecuestre está emplazada en el corazón de París, la ciudad que, para él, “bien valía una misa”, y por ella aceptó convertirse al catolicismo. Vert galant (“viejo verde”) lo llamaron -y con ese nombre se conoce la plaza que alberga su monumento- ya que nunca se cansó de cortejar a las damas. Él mismo lo admitió: “Se dice que soy tacaño, pero hago tres cosas muy alejadas de la avaricia: porque hago la guerra, hago el amor, y edifico”.
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La plaza más linda de París
Es también la segunda en antigüedad. Fue inaugurada en 1612. Su construcción había sido ordenada por un Rey –el mejor que haya tenido Francia, dicen muchos- que no la llegó a disfrutar porque murió apuñalado en una calle de París en 1610. Sí lo hizo su viuda, probable instigadora del regicidio. Inexplicablemente, esta plaza no tiene tanto renombre turístico como otros sitios de la capital francesa. Sin embargo, le sobran encanto, originalidad y elegancia.