“El Señor nos primerea”, aporteñó su apostolado el Papa Francisco a principios de este mes en la Plaza San Pedro, durante un encuentro de movimientos eclesiales laicos.
En esa sentencia, a mí entender, se deja adivinar un vínculo entre lo inevitable y lo indeseable, entre la ética y el oportunismo y, como de costumbre, lo imagino (destinado o no), especialmente apropiado para nuestra realidad: la Verdad siempre está por delante de nosotros, siempre nos espera en otro lugar, nueva y viva. Continuar leyendo