“Y grito, yo, hijo de tierra polaca, y al mismo tiempo yo: Juan Pablo II Papa, grito desde lo más profundo de este milenio, grito en la vigilia de Pentecostés: ¡Descienda tu Espíritu! ¡Descienda tu Espíritu! ¡Y renueve la faz de la tierra! ¡De esta tierra! Amén”, fueron las palabras finales de su histórica homilía del 2 de junio de 1979 en la Plaza de la Victoria de Varsovia, Polonia.
“El papa fue un regalo de Dios, nos hizo recuperar la confianza en los valores básicos, como el poder de la verdad. El papa despertó a Polonia y nosotros lo aprovechamos” fueron palabras de Lech Walesa, líder del sindicato polaco “Solidaridad”, sobre la influencia de Juan Pablo II en la libertad de su pueblo.
¿Profeta en su Tierra? Si Juan Pablo II lo ha sido, se debió a que encontró en sus connacionales el eco y la ayuda necesarias.