Recuerdo de mis Viajes por España-
Allí en el pueblito que guardaba los secretos de la familia de mi padre, estaba muy ilusionado y revolviendo recuerdos. Tal como lo habrán hecho muchos hijos de inmigrantes. Este pequeño lugar por su similitud puede haber cobijado a cientos de padres y abuelos…
…Uno de los apellidos llamo la atención ¡Por fin! ¡Alerta roja! Se ilumino mi cara y la ilusión renacía. Un llamado a Madrid y a 200 km se estaba hablando de Bernabé. Era uno de los más viejos. Su respuesta fue negativa. Otro llamo la atención – La maestra que hoy esta jubilada – tenía una pariente con ese apodo. Renacían lasa esperanzas, mi cara se volvía a iluminar y comenzábamos nuevamente a desandar el camino de las preguntas y respuestas.
José, tomo su teléfono y la llamo: nos espera esta noche a tu regreso… Mi nuevo amigo me dejo con su parientes – se disculpó- debía volver a su trabajo. Ella, me sugirió un alto, debíamos esperar a que pase la ceremonia de la siesta.
Aproveche para hacerles preguntas: a mí me interesaba saber cómo se vive en ese pequeño aldea de montaña- Hoy- Siglo veintiuno. El duendecito del periodismo aprovecho para que me olvide de todo y empezará a preguntarles. Tampoco quería ser cansador, sobre todo que su esposo de vez en cuando cabeceaba y yo pensaba… sino me apuro se me duerme.
Este pequeño pueblo Gil García a mil 1200 mts. de altura con una geografía muy particular de bajadas y subidas, de temperatura agradable en verano asociado al aire fresco de montaña -algunos inviernos – con importantes nevadas lo hacen muy especial. Algunas casas con un aspecto moderno- un sacrilegio- nosotros los turistas nos gusta el estilo antiguo, pero los que viven en él todos los días desean tener la mayor comodidad posible.
Un censo rápido me dio los siguientes resultados: Viven 38 personas, 5 familias estables y en verano es el único momento que se ven niños. En el pueblo no los hay, por lo tanto no hay escuela. Si no se logra que vivan matrimonios jóvenes y estables, que tengan muchos niños, pronto se perderá porque no hay gente que lo quiera desde su nacimiento. No tiene negocios, ni almacén, ni panadería, ni nada, antes había un bar. Ya no está. Me cuentan los hombres con nostalgia. Tomábamos algo y jugábamos… se nos pasaba el tiempo…
Tienen proveedores que con sus camiones les llevaban lo necesario, las heladeras y los frezzers hacen el resto. También pan fresco. Se levantan muy temprano, van cuidar el ganado que tienen en distintos campos. Lo pueden hacer en auto, a pié o a caballo todo ello depende del estado del tiempo… este es su medio de vida.
El agua corriente y fresca baja de la montaña. La electricidad le da todas las comodidades, la cocina es eléctrica y la televisión los mantiene al tanto de los ruidos del mundo. La costumbre de la familia es una reunión los domingos. Sus comidas pescado y muchas comidas de olla- Sabrosas- Me recuerdan a los de mi casa paterna- olor a familia- ese olor a puchero y guisos inconfundibles porque sus olores… olían a amor.
En mi recorrida, mi deseo era reencontrarme con mi alma. Una ocasión muy esperada y quería vivirlo a pleno, llego el momento de hacerlo sin compañía y solamente rodearme de los recuerdos. Para ello nada mejor que hacerlo abrazado de mis seres queridos (…) Con la dificultad de las subidas, inicie el trayecto hacia la iglesia. Estaba allí arriba ¿Y el Cura? Pregunté por él - era uno de los que podía tener buena información- estaba una sola vez a la semana. La Intendencia también así lo hacía.
Mis dos mejores informantes no atendían. Cabizbajo me replanteaba mi objetivo… agarraba fuertemente mi mochila- debo reconocer un poco desilusionado- Me parecía imposible que nadie conociera a mi familia y un poco triste también… no lo niego, caminaba inclinado, mi rumbo era hacia arriba, mis pasos eran lentos, me detenía y fotografiaba. Cuantas casas muy antiguas. Mi pregunta era: ¿En cuál había vivido mi padre?… Sin respuestas. Pase un puentecito y el agua bajaba en cascada de la montaña con su ruido tan particular. Me faltaba un repecho y llegaría a la pequeña cima, el punto que quería alcanzar.
Respire… llene mis pulmones de ese aire puro de montaña y encare el último tramo. Allí estaba la iglesia y la intendencia. Un pequeño edificio y en su sombra me senté. Trate de descansar y ordenar mis ideas- Solo y solamente solo – sentía en mi cara la suave brisa de la montaña, solamente el sonido del silencio- como compañía- las hojas parecían cantarme una dulce melodía al rosarse entre sí. El olor a la hierba y las flores me inundaban, la naturaleza me rodeaba con todo su esplendor. A lo lejos la dulce canción del agua saltarina que bajaba de la montaña- limpia- cristalina- fresca- traía los sonidos de quien sabe… que otros lugares…
Muy metido para mis adentros, mire al cielo y tras la nubes buscaba la silueta de mi padre, de a poco se juntaron con otros tantos seres queridos, también amigos que realizaban correrías entre nube y nube, entrecerré los ojos y deje volar mi imaginación, un coro de voces queridas me repetían al unísono. ¡Misión cumplida Raúl! ¡Para que más! Estas pisando el suelo que lo vio nacer, para que querés encontrar parientes o respuestas a preguntas que siempre te hiciste. Lo lograste. Lo demás déjalo correr… con tus fantasías.
Repentinamente abrí los ojos y entendí que el mensaje había sido recibido. Estaba allí disfrutando de este maravilloso pueblito de montaña para que más, en que me cambiaría saber algo más del pasado ¡Ya está! Adóptalo como el tuyo y guarda esta imagen maravillosa que nunca más podrás olvidarte.
Así me lo dije para mis adentros. Me incorpore… comencé el descenso, un nuevo impulso- renovados bríos – mi corazón se llenó de alegría. Tome mi cámara de fotos y decidí guardar en ella las cosas que luego me costaría recordar. Subí y baje por todas las calles que se abrían a mi paso y este lugar cada vez me gustaba más. En cada esquina una canilla me permitía tomar agua helada que bajaba de la montaña, era una tarde cualquiera de la muy calurosa España. En cada una de ellas establecía un brindis… con mis recuerdos.
Sentado en el famoso centro del pueblo, me recuperaba de mi cansancio, antes me había encontrado con los notables del lugar- los más antiguos – ninguno recordaba a mi familia. Les dije: Ya no es necesario, no me empaña nada la alegría de estar aquí. Para mí lo más importante es haber disfrutado esta tarde y me volvía pleno a mi país.
Fije mi vista en esa subida tan importante que tenía a mis pies. Allí una figura que de a poco se fue aclarando, empujaba una carretilla cargada de cosas, su paso firme, rápidamente lo fue acercando. Se paró a mi lado y me pregunto si sabía algo de mis parientes- le conteste que no- Mientras lo miraba embelesado. ¿De dónde viene? De la quinta, fue su respuesta. Le pregunté si esto lo hacia todos los días. Sí. En general tres veces por día. Mientras miraba sus manos gastadas de tanto uso. Me recordaba a mi padre por su obsesión al trabajo. ¿Cuántos años tiene? Ochenta y siete, me respondió. Lo miré asombrado y mis ojos se pusieron brillantes. Le pedí permiso para una foto, quiero que los jóvenes de mi país sepan que significa cuando se habla de sacrificio.
El taxi demoraba. No venia. No dejaba de pensar y recordar en él. Abandonó aquel lugar hermoso para ir a tentar suerte a la Argentina, era muy pequeño, le habrán consultado ¿Si quería ir? ¿Habrá ido presionado? ¿Te gusta más la Argentina o querés volverte? Era otra época- los más pequeños no tenían opinión- Él era el más chico de los 7 hermanos… “Solis”.
Cavilaba sobre esta y otras preguntas y todos los habitantes en su totalidad pasaron por mi puesto de mando, con comentarios y negativas. No importa, ya los había adoptado como el mío. Ya no era importante para mí encontrar un pariente. Reflexionaba y esperaba. Mientras tanto la noche como siempre se apoderaba de las luces y sus sombras cada vez se hacían más intensas. Poco importaba todo, yo estaba en una situación emotiva especial.
Mi vehículo se acercaba. Me acomode en el asiento y empezamos a desandar el camino, la bajada se hacía pronunciada, no me di vuelta, no me despedí, uno no se despide de lo suyo. Solamente le dice: Hasta la vuelta Gil García.-