Argentina. Península Valdés.

 

Recuerdos de mis Viajes por Argentina.

 

Atrás dejábamos Puerto Pirámides y la inolvidable gran experiencia que fue el encuentro con las Ballenas. Estas extrañas criaturas nos habían recibido en el living de su casa… El Mar. Lo hicieron como si verdaderamente fuéramos amigos y nos mostraron orgullosamente a su cría. Este sí que es un día para no olvidar. Lamentablemente debíamos dejar esa hermosa Villa y ponernos en marcha detrás de nuestro ambicioso programa. Ya montados en el auto. Mi guia personal: Paula Ortega. Me hizo una breve reseña de lo que nos esperaba en las próximas horas. Detalles sobre la amplia recorrida por la Península. La había programado de manera que esa noche termináramos en el “Faro de Punta Delgada”

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Argentina. Puerto Pirámides. Las embarcaciones vuelven luego del avistaje de ballenas.

Atrás dejábamos la playa y nos internábamos en el Continente. La tarde se sentía derrotada ante el avance de las sombras. El sol indignado no quería dejar de ser el protagonista y su cara roja de ira teñía el cielo en un juego de luces multicolores. Pese a la resistencia que encontraron, las sombras se adueñaron de la situación y la noche buscaba su quietud. Los únicos privilegiados nosotros que disfrutábamos de un gran espectáculo… el atardecer.

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Argentina. Península Valdés. Atardecer en el Golfo Nuevo. Fotos: Raúl Solis.

El camino de ripio nos recibió con toda su incomodidad. La tierra invadía el habitáculo del auto y se hacía participe obligado de nuestra excursión. Nuestras narices incomodas con la intromisión de este invitado de tierra. Los golpes en los guardabarros provocaban sobresaltos. Ese fuerte sonido era provocado por las piedras sueltas del camino, parecían que los querían perforar. A partir de ese momento empezamos a estar acompañados en la soledad. ¿Por quién? La fauna autóctona del lugar. Una verdadera maravilla y una abundancia notable. Sin duda la buena protección que tiene la Península a través de los años ha surtido efecto. Es una lástima que con la Pesca Deportiva en todo el país no se pudo lograr.

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Argentina. Península Valdés. La Punta Pirámides en todo su esplendor. Fotos: Raúl Solis.

Una frenada inesperada nos sorprendió dándole suspenso al viaje. El coche derrapo en el ripio y la nube de polvo que nos invadió fue terrible. Mientras nos agarrábamos de donde podíamos le preguntábamos a Marcelo, nuestro chofer ¿qué había pasado? Es que se me cruzo un grupo importante de copetonas que se paseaban en la oscuridad. Nosotros ya las divisábamos corriendo y exhibiendo su copete muy orgullosas.

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Argentina. Península Valdés. El crepúsculo maravilloso. Fotos: Raúl Solis.

Mientras nos reponíamos y levantábamos las cosas caídas. Vimos detrás de la polvareda el brillo de unos ojos que nos llamó la atención. Una tropilla de guanacos cruzaba el camino y no precisamente por la invisible senda peatonal. Es por ello que extremamos la precaución para transitar los 80 Km que nos separaban para llegar a Punta Delgada. Los zorros, maras y liebres se cruzaban por delante de las luces de los faros con su velocidad característica de un lado a otro.

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Argentina. Puerto Pirámides. Cuidando su magnifico Reino. Fotos: Raúl Solis.

Nos acerábamos a nuestro destino y el Faro de Punta Delgada nos recibía con su señal característica de “prende y apaga”. Nos acomodamos en la habitación y el lugar del encuentro era el coqueto Restaurant. La elección de los platos y un buen vino nos acompañó. Yo elegí una “Reunión de Mariscos y unos fideos con salsa de langostinos, para hacerle honor al lugar.

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Argentina: Faro de Punta Delgada. “Una reunión de Mariscos” Una delicia. Fotos: Raúl Solis.

Nos sentamos al aire libre mientras saboreamos un “Etiqueta Negra on the rock”. Observábamos el cielo que estaba especialmente adornado como un árbol de Navidad con una infinita cantidad de luceros que parpadeaban con signos de amistad. Detrás de cada una de esas luces un amigo o un ser querido me guiñaba un ojo como símbolo de complicidad y las estrellas se multiplicaban. El silencio me invadía el espíritu. Ese silencio que se puede escuchar de tan profundo que es. Me sentía invadido en cuerpo y alma. Este es mi país y va seguir siéndolo mientras existan lugares como este… donde existe la paz.

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Argentina. Faro de Punta Delgada. Un alerta para los navegantes. Fotos: Raúl Solis.

Luego del desayuno caminamos hacia la costa para ver los Elefantes marinos, que todavía no habían arribado en su totalidad y se encontraban las madres con sus crias pequeñas. Cargamos nuestras valijas y salimos hacia Punta Norte. El ripio y la tierra nos acompañaban mientras avanzábamos por un camino muy cercano a la costa. Una maravillosa mañana permitió que observáramos la cantidad de fauna salvaje que se encuentra diseminada por la Península. No recuerdo haber visto tanta en libertad en otro lugar. Guanacos, Zorros Grises y colorados, Choikes – Avestruz patagónico- Zorrinos, armadillos, Cóndores, liebres, Maras – Liebre patagónica- y Martinetas. En el mar la Península se caracteriza por tener una fauna increíble pero en tierra firme tiene una población que es digna de ser destacada y Promocionada. Es única.

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Argentina. Península Valdés. En el horizonte “La Caleta Valdés”

Ya estábamos divisando la “Caleta Valdés” viajando de sur a norte tiene una boca que lo pone en contacto con el mar Argentino. Esta lengua de tierra que se interpone entre el mar y la costa, te acompaña unos 35 km de extensión. Llegamos a la estancia “La Elvira” y estuvimos fotografiando su hermosa costa, Elefantes marinos y Pingüinos. Aquí en Punta Norte en los meses de fin de marzo y principio de abril es posible ver Orcas. Un sangriento y duro espectáculo pero que no deja de ser el llamado de la naturaleza. La necesidad de la alimentación, de esa manera la producen con toda crudeza. Apenas retomamos la ruta nos pusimos en marcha hacia dónde nos prometieron un cordero al asador y esta era la hora que no sentíamos particularmente atraídos por el Lugar.

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Argentina. El Faro de Punta Delgada. Los corderos se preparan para el almuerzo. Fotos: Raúl Solis.

Sin previo aviso se nos cruzó una manada de guanacos a toda velocidad unos 10 o 15 ejemplares adultos hicieron demostración de su estado atlético, algunos de ellos saltaron limpiamente los alambrados. Pero era notable su velocidad ¡Tenían el diablo adentro! Seguramente vieron la imagen de los nativos “Aoniken” que en otros tiempos los perseguían para su caza. Esta población autóctona poblaba este territorio. Para ellos esta especie fue muy importante para su subsistencia, alimentación y abrigo. Todo fue tan rápido y tan llamativo que ninguno atino a sacarles fotos.

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Argentina. Punta Norte. Los elefantes marinos y sus crías. Al fondo el canal de ataque de las Orcas. Fotos: Raúl Solis.

Al fin llegamos a la estancia San Lorenzo, muy cercana a la Punta Norte. Allí visitamos la Pinguinera, comprobamos que muy lejos del mar es decir del alimento. Había cuevas y en ellas un guardián de los huevos o de las crías pequeñas. Estas familias se aparean y buscan un lugar donde toda la colonia hace sus nidos. Como en un barrio Privado. Los nidos sin alambrar seguramente para chismear y hacer más llevadero las espera de 42 días para dar luz a las crias. Su casa es por demás rústica, pero allí recibirán a sus hijos. La pareja de pingüinos mantienen su relación para procrear y permanecen idílicamente unidos para lograr este objetivo. Un importante motivo para prolongar esta unión y para ayudarse en esta dulce espera.

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Argentina. Punta Norte. Estancia san Lorenzo. Importante colonia de Pinguinos. Fotos: Raúl Solis.

Los huevos de la pareja que generalmente son dos están siempre custodiados así como la cria. Una vez que esto sucede, a los padres se les produce una problemática muy mundana. Es quien va al Supermercado a hacer las compras y quien se queda con las crias. Es una maravilla verlos en esta ceremonia de la alimentación. Uno de los miembros de la pareja es el destinado a cuidar el nido con su contenido y el otro realiza una caminata hasta el mar. Es evidente que puede ocurrir a cualquier hora Es maravilloso verlos cuando lo realizan, Con su cuello erguido y pasitos cortos tal como están acostumbrados a caminar.

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Argentina. Punta Norte. A los arrumacos para convencerla de vivir juntos. Fotos: Raúl Solis.

Enfilan solitarios hacia el mar, como quien va a comprar el diario. Lentos pero sin detenerse. Algunos van muy cerca de otro como si fueran vecinos. Quizás contándose cosas de la vida. Si uno se detiene a observar va a ver una cantidad importante de ellos que van caminado hacia el mar. Y otra que viene de él. Provocando un tránsito interminable. Tal cual hacen los matrimonios de humanos. Uno se da un chapuzón mientras el otro se queda cuidado la sombrilla es decir el espacio y sus pertenencias. Los que vuelven son  fácilmente identificables por su dirección y el plumaje mojado.

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Argentina. Península Valdés. El azul del Mar Argentino. Fotos: Raúl Solis.

Por fin llegó la hora señalada. Saborear un cordero patagónico. Allí sentados en su comedor que estaba atestado de turistas. Visité como es mi costumbre primero a el asador- tratamos de hacernos amigos- Luego a los dueños y ya en la mesa, saboreamos una picada estilo campo y una empanada. Todo muy rico. Pero mi subconsciente que es intratable. Decía: Vamos basta de demoras que venga el Cordero de dios y que me quite los pecados del Mundo.

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Argentina. Punta Norte. Estancia el Carmen. El cordero listo para comerlo. Fotos: Raúl Solis.

 

 Próxima Nota: Sábado 13/12/2014 . 12 horas.

“Argentina. Puerto Madryn”