Por: Daniela Escribano
¿Qué tienen en común Mariana, esa adolescente con uniforme escolar en tonos verde loro, corte carré y flequillo y Loly, la mujer que promedia los treinta y tantos y a partir de un reencuentro cuasi amoroso se da cuenta que a su vida le falta azúcar, pimienta y sal? La respuesta es obvia: Nancy Dupláa.
Una síntesis perfecta que acerca dos décadas disímiles y una veintena de trabajos deambulando en el medio traídos a colación para decir, afirmar y defender que ella, “una morocha argentina”, es la última heroína de la televisión argentina.
Para fundamentar este jugado argumento bastaría con decir que es una de las pocas, sino la única actriz nacional, que no ha hecho jamás un fracaso televisivo; así como se lee: jamás.
Y aunque el término “fracaso” puede ser discutido infinitas veces, tendremos que dejar en claro que en este espacio, “éxito” y “fracaso” a secas, estarán delimitados por la cruel planilla de rating.
Hasta Natalia Oreiro, una gran hacedora del señor rating en “Muñeca brava” y “Sos mi vida” tuvo su traspié con “El deseo”. El mismísimo Facundo Arana tuvo su “segundo sombra” el año pasado con el paso desapercibido de “Cuando me sonreís”. También Pablo Echarri, su galán en la vida real, que aunque pisando siempre fuerte con sus proyectos, tiene en su haber más protagónicos de culto que verdaderos éxitos hechos a su imagen y semejanza (ojo, “Montecristo” sí lo fue).
Cierto es también que nos enfrentamos a una época de “vacas flacas” en lo que respecto a mujeres actrices llamadas a encabezar un elenco de televisión y para revalidar el concepto basta con mirar a nuestro alrededor: Carina Zampini, la mismísima Oreiro que volvería el año que viene, Romina Gaetani, Paola Krum, Carla Peterson y no mucho más.
Porque actrices hay muchas, pero protagonistas, escasean. Alguna vez me propuse entender porqué jamás Marcela Kloosterboer, Julieta Ortega, Isabel Macedo o Eleonora Wexler llegarían a ser “cabeza de compañía” a pesar de su presencia continua en televisión, tengo varias reflexiones guardadas, pero ya tendremos tiempo de compartirlas.
Pero la verdad es que nunca mejor dicha la frase “protagonista se nace y no se hace” porque Dupláa nació siéndolo.
¿Existirá otro caso en el mundo como el de esta actriz que en su primer trabajo ya estaba al frente de un elenco? Tal vez sí, probablemente no.
¿Existirá otro caso de una actriz que luego de ocho años de no hacer tira volvió al ruedo sin que su vigencia sea cuestionada y que encima se convirtió en la abanderada del rating, la protagonista del programa más visto de la televisión argentina? No, definitivamente no.
Sin tener ese tipo de cara “que la cámara ama”, con cuarenta años y aún cuando siempre los amantes de la balanza la someten a un análisis exhaustivo (al que ella se encarga de responder altiva desde la pantalla en escenas divertidas con Vicky, su amiga incondicional, en la que se ríe de sus supuestos kilos de más y de lo que, según fue publicado, aumentó desde que comenzó “Graduados”) Nancy es, sin lugar a dudas, “la heroína”.
Como una adolescente rebelde subida a una “montaña rusa” para defender a capa y espada un amor “imposible”. Una madre soltera en la dulce espera en medio de la suave “brisa” de aquel “Verano del ´98”. Jugando a “Verdad consecuencia”. Devolviéndole el amor a un tal Rodolfo Rojas.
Buscando siempre vivir en libertad el romance con un medio hermano, que al final no era, y al final fue. Doblemente policía y doblemente Laura Coppioli. Enloqueciendo a un falso “padre” y a un verídico “Coraje”. O de abogada aguerrida y sirviéndole de trampolín a Gonzalo Heredia para su protagonismo real.
Estudiante, artesana, policía, agente, abogada, hija, esposa, amiga y madre. Como sea, la última heroína.