Por: Ariel Wolman
Si tuviésemos dirigentes deberíamos decirles que River no puede ir a jugar un partido que define el campeonato, contra uno de los rivales directos, tres horas después de que lo haya hecho el líder del torneo y sin hinchas.
Entiendo los “pedidos” para que un grande juegue a las 21:30 por la TV, la prohibición de los visitantes en los estadios, pero… ¿los encuentros por el descenso se juegan todos a la vez y los del campeonato no?. No muchachos, así no. Algo hay que pelear en la AFA. Boca y Arsenal o Racing y All Boys podrían haber disputado sus partidos en el último turno, porque no jugaban por nada.
Ahora bien, ¿perdimos por haber jugado sin hinchas?. No. ¿Perdimos por saber que Newell’s había ganado y casi no había chances de obtener el título?. No. ¿Perdimos por goleada, jugando mal y sin actitud? Si. El equipo entro frío, desatento, como dormido. Y nunca mejoró.
Es cierto que el uno de los asistentes, Sergio Zoratti, convalidó el primer gol de Lanús cuando era una clara, clarísima, obscena posición adelantada de Chávez. Pero Vangioni logró empatar el encuentro a los pocos minutos, con lo cual la historia volvía a empezar de cero (o de uno, mejor dicho).
Para ser sinceros hay que decir que Lanús llegó unas 20 veces y nos hizo solo 5 porque tuvieron mala puntería. Esta vez Barovero no tuvo la seguridad que viene mostrando desde que llegó a River, y hasta se equivocó Balanta, como clara muestra de que no iba a ser nuestra noche.
Pero bueno, si tuviera que calificar a los jugadores por este partido no se salvaría ninguno. Jugaron mal, sin ganas y sin ideas, en una fecha clave, en la que había que dejar todo en la cancha para intentar el milagro en el último partido, aunque todos los profesores de matemática nos dijeran que las chances eran mínimas.
Hasta Ramón se dio cuenta en un momento que ya no alcanzaba su grito de guerra, “Vamo, vamo”, para que estos tipos dieran el máximo esfuerzo en la hora y media que les tocaba trabajar. El DT, que indudablemente logró sacarle el máximo potencial a este plantel en casi todo el torneo, se quedó sentado, inmóvil en el banco y con los ojos llorosos al mejor estilo J.J. López (salvando las enormes distancias y los contextos).
Seguramente a fin de mes habrá una renovación del plantel. Varios se irán y, si Passarella lo permite, llegarán refuerzos de jerarquía, para pelear el próximo semestre tanto el campeonato como la Copa Sudamericana. De todas maneras espero, que aunque llegaran Saviola, D’alessandro o Messi y ganemos todo lo que juguemos, la verdadera renovación llegue en diciembre, con el cambio de presidente.
No me importa qué candidato gane. Pero que el próximo sepa escuchar a la comisión directiva, a los socios y a los hinchas. Porque River es de todos y no puede manejarse de manera caprichosa o soberbia. Lo que había que evitar no se evitó, el descenso. Se buscó tarde a Ramón y se echó de mala manera a dos tipos que vinieron a poner el hombro por River, como Cavenaghi y el “Chori” Domínguez.
Podría seguir pero, como dije antes, ahora hay que pensar solo en el próximo semestre. Para no volver a equivocarnos y conformar por fin un plantel competitivo. Mientras tanto me ilusionaré con el partido tan ansiado. ¿El que jugaremos contra San Martín de San Juan?. Nooooo amigo, el de la despedida al gran “Burrito” Ortega.
Buena semana para todos y acuérdense: estén despiertos y pongan actitud en lo que hagan en la vida, porque sino se comerán una goleada.
Ariel Wolman
@arielwolman