Por: Facundo Etchebehere
Cuando se habla de relaciones públicas se habla del manejo de relaciones con diferentes públicos de interés. Desde la perspectiva de la organización, mantener una relación con estos públicos implica un esfuerzo permanente para comprender e incorporar sus inquietudes en el proceso de toma de decisiones de la misma. En este camino y para lograr una buena gestión de estas relaciones, el componente esencial es el diálogo de calidad.
¿Qué se entiende por diálogo?
El Manual para la práctica de las relaciones con los grupos de interés editado por AccountAbility, the United Nations Environment Programme, and Stakeholder Research Associates describe diálogo, dentro del manejo de relaciones con diferentes públicos de interés, de la siguiente manera: “Es el Intercambio de puntos de vista y opiniones para explorar distintas perspectivas, necesidades y alternativas, con la intención de fomentar el entendimiento, la comprensión y la cooperación mutuos en función de una estrategia o iniciativa.”
En ocasiones se tiende a simplificar la gestión de la comunicación pensando sólo desde el rol de emisor de mensajes y en este camino se pierde comprensión de lo que le pasa al otro.
Existen diferentes modos de interacción con los stakeholders y cada tipo tiene implícito un mayor o menor nivel de compromiso por parte de la organización.
El nivel más básico es la escucha, una actitud básica, pero no por ello menos importante. En el proceso de escucha la organización recibe información que ayuda a comprender al otro, pero no implica una respuesta. En este caso, la escucha busca ser empática, ir más allá de lo verbalizado. Este proceso puede ser percibido o no por el escuchado. La escucha (no “las escuchas”) puede tomar diferentes formatos, como ser declaraciones hechas por el stakeholder a un medio de comunicación, expresiones vertidas en un blog o sitio institucional, redes sociales, conferencias, o simplemente manifestaciones realizadas a la organización en forma directa.
Una segunda instancia es el diálogo propiamente dicho, donde la organización confronta puntos de vista con sus grupos de interés, y busca arribar a visiones compartidas por sobre las diferencias. El diálogo es la sumatoria de conversaciones de calidad sobre un tema o problemática que de alguna forma une a las partes, y por lo tanto puede extenderse en el tiempo. El diálogo no implica necesariamente acuerdo, pero si respeto de las diferentes perspectivas y entre los interlocutores. Un buen nivel de diálogo ayuda a construir confianza, y la confianza es la base de una buena relación.
Establecido ya un diálogo, y logrado un nivel básico de confianza, se puede llevar la relación a un tercer nivel que tiene como diferencial la inclusión de los grupos de interés en los procesos de toma de decisiones. Esta dimensión del diálogo puede llevarse a través de foros más estructurados en tiempo y forma, donde la organización asume compromisos mayores de apertura y respuesta. La máxima expresión de la inclusión se logra cuando ganada la confianza y detectadas áreas de interés común con objetivos compartidos, aparece la colaboración de estos públicos en la gestión.
Inclusividad
Accountability señala que para lograr un adecuado nivel de inclusividad, “la organización se compromete a reflejar, en todas las etapas de un proceso de relación, los puntos de vista y las necesidades de todos los grupos de stakeholders involucrados. Las opiniones de los stakeholders se obtienen a través de un proceso participativo que les permite expresarse sin temor ni restricciones. La inclusividad requiere la consideración de los stakeholders ‘sin voz’, como por ejemplo las generaciones futuras y el medio ambiente.”
Toda organización se comunica con sus públicos de interés de una forma u otra, en forma directa o indirecta. El tipo de diálogo que establece con cada stakeholder condiciona su relación.