El principal desafío para un profesional en relaciones públicas es lograr que otros cuenten nuestras historias por nosotros y así amplificar nuestra capacidad de llegada a los públicos de interés. En el esquema tradicional, los medios de comunicación son quienes intermedian en esta amplificación. Los periodistas son quienes aprecian la relevancia de un contenido para que este se publique, y en función de esto, por su intermediación, llegue a audiencias variadas. En este esquema, el contenido y la forma que es presentado son clave, pero también lo es el vínculo que se tiene, o contacto que se logra, con el periodista para que escuche o lea lo que tenemos que contar.
En internet la gente busca contenidos en función de sus inquietudes. Los contenidos disponibles son presentados por los buscadores en función de diferentes factores que determinaron su “relevancia”, pero la relevancia apreciada desde la perspectiva del que busca puede ser muy diferente. Claramente el contenido y su “indexación” es el “gancho” que atrae o espanta a quienes se “relacionan” con un sitio, pero la relación en el tiempo de esta persona con el sitio estará condicionada por las “novedades” que éste le presente.
Las redes sociales redefinieron a su vez la forma en la gente se vincula con el contenido. El buscador de Google ya no sólo te lleva a un contenido, te lleva a una fuente de contenidos con la que te podes vincular en forma cotidiana a través de la red con la que te sientas más cómodo.
En el mundo 2.0 hay consenso en que para generar relevancia y que ésta se traduzca en resonancia, el contenido es el rey. Pero, ¿Qué hay de diferente con lo que sucedía antes de la irrupción de internet o de las redes sociales? El contenido relevante es siempre un factor clave para que las historias que contamos se multipliquen en el boca a boca, pero las relaciones emisor-receptor de los mensajes se redefinieron, cambió la intermediación y apareció la interacción. El contenido dejó de tener “dueños”, la interacción permite que los contenidos sean tomados como propios y se compartan, potenciando su llegada e impacto.
Hoy se dice que manda el “contenido” pero no es lo único, hay que trabajar también en la importancia de las relaciones (vínculos y comunicación concreta con otros interlocutores), las relaciones 2.0 tienen sus particularidades pero son relaciones a cultivar.
Un buen contenido es una buena carta de presentación que promueve la interacción. El vínculo, percepción de afinidad, determinará la vocación de compartir contenidos y así producir su multiplicación en llegada.
Con buen contenido hacemos honor a una buena relación.