Por: Marisa Fenochio
Me decidió a escribir sobre este tema la noticia que apareció en los medios días atrás acerca del maltrato (detectado a través de escuchas) que sufrieron niños desde 45 días en adelante por parte de docentes en un jardín maternal.
Voy a intentar explicar qué es el maltrato infantil para la ley, qué le ocurre a un niño cuando es maltratado, la visión del psicoanálisis al respecto y qué tratamiento es conveniente en estos casos.
Las leyes
Brevemente diré que la Convención internacional sobre los Derechos del Niño plantea el concepto del “Interés Superior del Niño,” considerando a los niños sujetos de derecho y reconociendo su capacidad de ejercerlo. En concordancia con esto existe en nuestro pais la Ley de Promoción y Protección de los Derechos del Niño.
El planteo básico apunta a que el niño posee un autonomía progresiva vinculada al desarrollo de sus facultades y conforme a su madurez y desarrollo. Eso le da “derecho a ser oídos y a que sus opiniones se tengan en cuenta”. De esta manera se reemplazan las viejas leyes de patronato y los quitan del lugar de ser simplemente objetos de tutela (vieja doctrina de situación irregular en donde el niños es incapaz de ejercer sus derechos y el juez ejerce una función tutelar)
Maltrato infantil para la ley
Se toma en cuenta toda forma de maltrato: emocional, físico, por negligencia, por abuso sexual, por explotación comercial de la que resulte un daño real ó potencial para la salud, supervivencia, desarrollo y dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza y poder.
¿Qué es el maltrato infantil para el psicoanálisis?
Es el arrasamiento de un sujeto que es condenado a ser simple objeto de satisfacción de Otro caprichoso y gozador. ¿Qué significa esto? Que un adulto ejerce sobre un niño un poder sin ley basado en el simple capricho momentáneo, tratándolo como simple objeto (ej. objeto de satisfacción sexual, de descarga de tensiones vía insultos ó violencia física etc.) En este sentido el niño es expuesto sin medida a una situación en donde vale todo, el efecto en la subjetividad es devastador.
¿Por qué los chicos no hablan del maltrato que sufren?
Hay un concepto llamado síndrome de acomodación, en donde aquel que recibe violencia no se defiende, mantiene el secreto, aún a pesar de la indefensión se acomoda y nada puede hacer para pararlo, muchas veces es amenazado si cuenta lo que ocurre. Si bien puede aparecer un intento de revelarse ó la expresión a través de síntomas en el cuerpo ó en la conducta, finalmente se retrae por diversos miedos y se mantiene en posición de víctima.
¿Qué síntomas pueden presentar?
El niño no tiene los mismos recursos psíquicos que un adulto para enfrentar una situación de violencia, es decir no cuenta con la palabra para mediatizar lo que le ocurre y entonces expresan lo que les pasa a través de síntomas ej. vómitos, diarrea, enuresis, encopresis, trastornos alimentarios, pesadillas, miedos excesivos ó fobias, inhibiciones, mostración excesiva de su cuerpo, mutismo, agresividad etc.
¿Qué hace un psicoanalista ante un caso de maltrato?
Por un lado es necesario que participen los padres y otros familiares para trabajar conjuntamente y evitar un mal mayor que se suele dar en estos casos que se judicializan y es el tema de la revictimización: Muchas veces, en el proceso judicial (revisaciones, comisarías, juzgados, dichos de los padres etc.) el niño percibe una exposición tal que genera una presión extra, en dónde algo de la esfera privada se hace público y el peligro que esto conlleva es incrementar los síntomas de aquello que vivió con anterioridad. Hay una exigencia a decir, a encontrar las pruebas que puede ser vivido por un niño como una segunda forma de violencia que resignifica lo que antes padeció. En este sentido hay que ser cautelosos, cuidadosos, ir despacio, tener cuidado con lo que se verbaliza y de qué manera.
Por otro lado con el chico en un tratamiento es fundamental ofrecer un alojamiento frente al arrasamiento subjetivo. Esto se hace brindando un ambiente de confianza, dando la posibilidad de escucha para que la palabra empiece a rodear todo aquello no dicho, instaurar de esta manera que no todo está permitido, velando asi el horror al que han estado expuestos y esto se hace a través del juego, una vía regia para la elaboración de lo traumático.
Que ahí donde hay una víctima pasiva, advenga un sujeto.
Marisa Fenochio
mfenochio@yahoo.com.ar