Por: Noelia Schulz
¿No sentís que la maternidad cambia por completo la noción del tiempo? El tiempo de madre es casi como un tiempo paralelo. Veamos…
El tiempo de madre vuela (y te regala una crisis nostálgica recurrente): ¿Cuándo pasó todo esto? ¿En qué momento mi bebito rollizo se convirtió en este tsunami de energía que canta, baila, cuenta en inglés y sabe los colores? ¿Estaba mirando otro canal yo? ¿Me congelaron durante dos años como Walt Disney? ¿Quién le enseñó a golpear la puerta del baño y a usar un pincel? ¿¿¿CUÁNTOS años cumple???
El tiempo de madre está milimétricamente optimizado (el fordismo un poroto): Nos convertimos en expertas en hacer rendir el tiempo. En una sola hora de siesta, planificada al mínimo detalle, somos capaces de resolver varias tareas, dejar otras decenas a medio resolver, responder mensajes de Whatsapp, ordenar ciento cincuenta y cinco ladrillitos y, de paso, ponernos al día con Facebook. No entiendo todavía cómo las madres no damos seminarios sobre estos temas.
El tiempo de madre vale oro (debería cotizar en la bolsa): No me digas que ahora no sos mucho más consciente del valor de cada minuto. De lo innegablemente hermoso de una siesta de 3 horas. De la paz interna que brinda darse cuenta que en algún momento los niños crecen y ya no nos necesitan 24×7. Sí, te juro que llega ese día.
El tiempo de madre nunca alcanza (cualquier similitud con el sueldo es pura coincidencia): Si hoy pensabas resolver toda esa lista de cosas probablemente la mitad te quede afuera. La vida con hijos pequeños nos depara sorpresas a cada instante. Sorpresas como el comedor inundado, las macetas brutalmente asesinadas o un celular surfeando en el inodoro. Pero también sorpresas como ese beso baboso a las 7 AM que derrite corazones y te hace olvidar por completo que es domingo (¡y llueve!).
¿Y el tuyo? ¿Cómo es tu tiempo de madre?