Extraterrestres

Estábamos en la plaza. Había sido una cita hermosa. Nos contamos de principio a fin nuestras historias, nos reímos de los mismos chistes, incluso nos dimos cuenta que nuestras vidas tenían muchas más cosas en común de lo que creíamos. Pero a nuestro encuentro le faltaba algo. Eso que hace que las reglas de juego cambien para siempre. Al principio, mientras estaba entretenido descubriéndola, no me había dado cuenta qué era esa sensación incómoda que me recorría el cuerpo. No entendía de qué se trataba esa urgencia que me generaba aquella efervescencia en mi interior. Pero al final de la noche, cuando las velas estaban por extinguirse y el sol amenazaba con sentenciar el desalojo de la luna de aquel cielo estrellado, me di cuenta cuál era el motivo que me tenía tan nervioso: a nuestra cita ideal le había faltado tensión sexual.

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