Por: Juan Chiramberro
Producción gráfica del artista plástico Pablo Motta
http://www.motteka.blogspot.com.ar/
Cayó sábado ese 30 de Abril en el que catorce mujeres comenzaron a dar vueltas circulares por la Pirámide de la Libertad, esa que está en el centro de la Plaza de Mayo. Corría el año 1977 y la orden policial era: “No detenerse, ni agruparse. Circular”.
La cita era explícita, querían saber dónde estaban sus hijos. Buscaban, en ese punto estratégico de la historia de los reclamos argentinos, frente a la Casa Rosada, una audiencia con Videla.
Es que la cosa ya era insostenible. La gente desaparecía, sin más, mientras parte de la sociedad parecía estar ajena al universo paralelo en el que estaba sumergido el país. Es que los medios tampoco decían nada, como tampoco decían nada de esas mujeres que se juntaban en la Plaza y que iban aumentando en número a la semana siguiente, y a la otra, hasta conformarse como un gran grupo de madres compartiendo una misma situación. Entonces, comenzaron a utilizar pañuelos blancos en sus cabezas para identificarse.
Luego, las reuniones pasaron a ser los días jueves, a eso de las tres de la tarde, y las baldosas de la Plaza de Mayo empezaron a desgastarse y a ser marcadas históricamente por un recorrido infinito y circular.
Laura Estela Carlotto estudiaba historia en la Universidad Nacional de La Plata. Estaba embarazada de tres meses cuando la secuestraron y permaneció un tiempo en el Centro Clandestino de detención conocido como La Cacha. El 26 de junio de 1978 dio a luz a su hijo en el Hospital Militar de Buenos Aires. Dos meses después, a Estela de Carlotto le entregaron el cuerpo de Laura. Sumergida en ese eterno dolor de madre herida, comenzó la búsqueda de su nieto.
Hoy, 5 de Agosto de 2014, Guido acaba de recuperar su identidad, nada menos. Es que la orden era no detenerse, y Estela no se detuvo. Son más de 37 años de lucha encarada por madres y abuelas. Van 114 motivos para seguir caminando, aún queda mucho por recuperar.