Lucio Casarini
Periodista
Mi oficio es la escritura. Como periodista independiente o free-lance, pertenezco al mundo del teletrabajo desde antes de conocer hasta la misma denominación, cuando redacté mis primeras notas, hace más de una década y media.
Ocurrió mientras cursaba la licenciatura en Comunicación Social, produciendo artículos intrascendentes en una ínfima publicación estudiantil que enviaba por correo electrónico al responsable.
Después, el destino me llevó a diarios, revistas, sitios web y proyectos inesperados que supusieron un intenso aprendizaje, como el servicio informativo de una radio u organizaciones civiles que necesitan difundir sus actividades.
Los profesionales de la información tenemos la ventaja de que contamos desde siempre con el sistema de las colaboraciones periodísticas, que nos permite publicar sin que el autor tenga un empleo efectivo en el medio de comunicación para el que lo hace.
Actualmente, estoy realizando mi apuesta más ambiciosa, pasando en limpio una historia de largo aliento sobre una organización argentina sin fines de lucro que reclama justicia para personas que han sido víctima de la violencia social.
Me siento un privilegiado de poder narrar lo que viven y hacen sus integrantes.
Es un proyecto propio, por el que no espero un rédito económico inmediato, aunque sí prepararme para obtenerlo en el futuro.
Por eso, simultáneamente, me gano la vida con otra actividad.
En este contexto personal, creo que Torres de Teletrabajo constituye una excelente plataforma para quienes recorremos un camino profesional tan amplio como el mundo, en el que caben actividades de lo más diversas, que exige espíritu emprendedor y también predisposición para aventurarse hacia lo desconocido.
Torres de Teletrabajo es una iniciativa revolucionaria: permite a quien lo desee tener una oficina propia sin costo, en un lugar autorizado, desde el que puede interactuar con pares, proveedores y posibles clientes.
En realidad, el teletrabajo es en sí mismo revolucionario.
Concluyo estas líneas destacando algunas de las características que lo convierten en un signo de los tiempos para el empleo contemporáneo:
(1) Su oferta laboral es potencialmente superabundante y permanente, lo que permite al trabajador proyectar a larguísimo plazo.
(2) Es una oferta de amplitud global, planetaria, igual que Internet (con el idioma como uno de sus límites, por supuesto).
(4) Permite óptima eficacia: los gastos de administración y los tiempos muertos propios de cualquier oficina física se reducen al mínimo.
(5) Como consecuencia, se puede trabajar para varios proyectos simultáneamente, repartir los huevos en diferentes canastos.
(6) La relativa informalidad, que puede ser vista como una desventaja, permite entrar y salir de los proyectos con mayor libertad, cada vez que se considera oportuno o necesario.
(7) El hecho de que la oficina sea de carácter virtual (como ocurre en Torres de Teletrabajo) permite llevarla con uno, atender desde donde se está, incluso desde otro país.
(8) La identidad virtual también es una novedad fascinante: permite ofrecer un servicio profesional sin que sean determinantes la edad, el sexo, la nacionalidad o el lugar de residencia del prestador.
Visita mi oficina en http://torresdeteletrabajo.com/oficina/115/B4