Por lo general los años impares no tienen acción en el voley. En algunas oportunidades la emoción llega a fin de año cuando es el clasificatorio a los JJOO en alguna Copa del Mundo, pero más allá de eso no se genera mucha expectativa. Este será un año que a priori parece estar repleto de sensaciones diferentes, de situaciones que no se viven desde hace muchísimo tiempo en la Selección, que son más propias de disciplinas como el fútbol. Mi intención aquí no es hacer un juicio de valor de todo lo que le ocurrió al voley argentino en estos últimos meses, si está bien, si está mal, si es profesional o lo que sea. Quienes no sepan de lo que estoy hablando les recomiendo estas dos notas que intentan difundir, al menos, un asunto que desde hacía un tiempo no salía a la luz (Nota 1 – Nota 2). Algo me queda claro, si el voley tuviese al menos un cuarto de la popularidad o masividad del fútbol en este país, el tema hubiese sido tapa de diarios…y no exagero: