Por: Mariana Lorenzo
Soy una lectora empedernida. Amo leer. Amo el aroma de las librerías y puedo pasarme horas dentro de una, recorriendo tapas, contratapas y lomos. La semana pasada tuve el honor de adquirir Autobiografía de un Yogui, de Paramahansa Yogananda, libro que recomiendo a todos aquellos amantes del Yoga, a los que no tienen ni idea de qué es el Yoga y a los que están buscando encontrarse.
El yoga real (Raja yoga) es la búsqueda constante de Dios sin importar el nombre con el que lo identifiques.
Paramahansa Yogananda dice: “Siempre y cuando se alcance la unión con Dios, la diferencia entre los diversos senderos desaparece. Sin embargo el Bhagavad Guita indica que los métodos del yoga lo abarcan todo. Sus técnicas no están indicadas únicamente para ciertos tipos y temperamentos, tales como aquellos pocos que se inclinan a la vida monástica; el yoga no requiere ninguna afiliación formal. La ciencia del yoga satisface una necesidad universal, y por ello despierta un interés natural y universal.
Un verdadero yogui puede permanecer cumpliendo con sus deberes en el mundo; allí se mantendrá como la mantequilla en el agua. Sin embargo, la indisciplinada humanidad se asemeja a la leche que no ha sido batida y que se diluye fácilmente en el agua en lugar de flotar sobre ella. El cumplimiento de sus responsabilidades no tiene por qué separar al hombre de Dios, con tal que el ser humano mantenga una actitud completamente desinteresada respecto de sus deseos egoístas y desempeñe su papel en la vida como instrumento en manos de Dios”
Cada día caminamos hacia el mismo puerto. Cada día estamos un poco más cerca. A veces nos resulta difícil convivir con la dualidad de ser yoguis y tener una vida mortal que incluye trabajo, familia, amigos, reuniones, viajes, un ida y vuelta diario en el colectivo cinco días a la semana, mantener una casa, pagar un alquiler, el colegio de los chicos, el alimento, la inflación, la inseguridad, el sueldo que no alcanza, la pobreza, el hambre, la vida misma. Pero aquí estamos, en este presente, en este plano y muchas veces toda esa vida rutinaria nos pone una nebulosa frente a la percepción de la energía divina que hay en todo.
Que tu corazón lata fuerte, que tu respiración te mantenga con vida, ya de por sí es increíble. Nos acostumbramos a dejar de asombrarnos con los pequeños milagros que vivimos todos los días, como también cargamos a nuestra mente con una bruma de pensamientos alocados, impidiéndonos (re)conectar con lo divino en cada uno de nosotros.
“Quien le ofrece a Dios un lugar secundario no le ofrece, en verdad, ningún lugar” – Ruskin
Importante: Todas las asanas deben aprenderse con la guía de un Instructor calificado.