¿Se puede aprender a detectar mentiras?

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El doctor Paul Ekman, un psicólogo americano, profesor de la Universidad de California y experto en comunicación no verbal que se destacó entre los más relevantes del siglo XX por su estudio de las emociones y los microgestos, editó un libro que llevaba el título “¿Cómo detectar mentiras?”.

Sus aportes han producido una gran revolución a tal punto que se creó una serie llamada “Lie to me” en la cual el personaje principal representaba a una persona que se dedicaba a entrevistar gente y evaluar si éstas estaban diciendo la verdad o mintiendo.

Los microgestos, llamados así por sus características, son minúsculos movimientos faciales, tanto en intensidad como en duración. Según Ekman, todos los seres humanos hacemos microgestos más allá de la cultura a la que pertenecemos e indican cuál es la emoción que nos ha aparecido, no bien ésta nos invade.

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En los estudios que Ekman realizó por 40 años alrededor del mundo, visitando diferentes culturas, ha descubierto que, cuando las personas tratan de ocultar sus emociones, ya sea deliberada o inconscientemente, aparece una muy breve expresión facial que dura aproximadamente un cuarto de segundo, la que casi siempre es invisible para cualquiera que no haya sido entrenado.
También estableció que estas expresiones faciales de las emociones no son determinadas culturalmente, sino que universales y tienen un origen biológico.

La comunidad científica ha dado como válida la teoría de Ekman. A continuación, les comparto algunas particularidades de los microgestos estudiados por Ekman, tomados del libro “El Jugador dentro del Jugador” sobre inteligencia deportiva, escrito por mi querido socio y amigo Félix Salotto.

Sorpresa:
Es la emoción más breve y puede fundirse con otras. Los párpados superiores suben pero los inferiores no están tensos. La mandíbula suele caer.

Asco:
Ligera contracción del músculo que frunce la nariz y estrecha los ojos. El gesto de la nariz arrugada es simultáneo al de la elevación del labio superior.

Pena:
Es un microgesto muy duradero. Caen los párpados superiores y se inclinan hacia arriba las cejas. Además, el entrecejo se arruga y los labios se estiran horizontalmente.

Terror:
Sucede al de la sorpresa. Párpados superiores elevados al máximo e inferiores tensos. Las cejas levantadas se acercan. Los labios se alargan hacia atrás.

Ira:
La emoción más peligrosa para los demás porque puede generar violencia. Mirada fija, ojos feroces, cejas juntas y hacia abajo, y tendencia a apretar los dientes.

Placer:
Contracción del músculo cigomático (que va del pómulo al labio superior) y del orbicular que rodea al ojo. Las mejillas se elevan y surgen “patas de gallo”.

Desprecio:
Es una expresión parecida al asco porque la acción sólo se produce en un lado de la cara. La comisura del labio está más tensa y algo elevada.

Habitualmente, una persona que miente no puede sostener el contacto visual, en algún momento buscará posar su mirada en otro lado.

A medida que nos vamos ejercitando podemos ir aumentando nuestra capacidad de percepción gestual, pero debemos tener en cuenta que esta percepción estará siempre teñida de las circunstancias y de nuestra interpretación.

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No somos máquinas sino personas y podemos utilizar esta información
como un condimento más de la relación procurando no hacer foco en ella,
ya que lo más importante es cultivar los vínculos de manera tal
que no necesitemos centrarnos en esta habilidad
y sí en la posibilidad de conversar abiertamente.

Siempre es mejor trabajar para generar confianza que para aprender a detectar mentiras.

¡Hasta la próxima!

Agostina Fasanella
Coach Personal y de negocios.
Liderarte Consultora

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