Quiero escribir sobre un amigo. No un amigo de la infancia ni uno de esos que ya no se visitan. Voy a escribir, desde la felicidad, de un amigo tardío, reciente, desde apenas 4 o 5 años, no más. Mi amigo escribe, como yo y tanta otra gente. Nuestra amistad surgió espontánea e instantáneamente, fue de esas que tienen algo de alquimia, de fórmula mágica. Desde el principio, entre múltiples desacuerdos, coincidimos en ciertos valores, en una forma de concebir a la literatura, en una defensa de la zona y la identidad de las personas que se comprometen con la escritura. Este amigo se llama Marcelo Britos, nació en Rosario, en 1970, y tiene publicados 6 libros: Los Dogos (Ciudad Gótica, 2004), Alexandria (UNL Ediciones, 2007), Como alguien que está perdido (El ombú bonsai, 2011) y El último azul de la noche (El ombú bonsai, Colección Raíces Aéreas, 2013), cuentos; la novela ganadora del Premio Juan Musto: Empalme (EMR, 2010) y, en poesía, Para todos los hombres el sur (El ombú bonsai, 2012). Toda una trayectoria, indudablemente.
¿Cuál es el libro del año?
Cuando llega diciembre, ya es un clásico que los suplementos y páginas culturales y literarias, en papel y digitales; del interior, nacionales e internacionales, sometan a votación cuál ha sido el libro del año. Algunos preguntan por la novela y otros por el evento literario pero, en el fondo, la cuestión, el objeto, es el mismo. Los electores, sin excepciones, no son lectores de a pie, sino un elenco calificado: críticos, periodistas, poetas, gestores culturales, escritores, editores y gente de otros oficios que guardan afinidad con el mundo de la lectura y la escritura.
Un escupitajo de oro
Entre tantas revistas literarias digitales, los nostálgicos del papel nos emocionamos cuando podemos tocar y pasar las páginas de una revista concreta, con peso y textura, que viaja de mano en mano.
Al escribir sobre El Escupitajo de oro, violo las dos primeras reglas que la publicación impone:
1) Nadie habla de El Escupitajo de oro.
2) NADIE habla de El Escupitajo de oro.