“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Y, ahora, nosotros nos acordamos de él, de Gabriel García Márquez, y todos los que amamos y vivimos la literatura, en cualquier espacio, necesitamos plasmar nuestra semblanza. Continuar leyendo