Los psicólogos, en nuestro trabajo cotidiano, escuchamos permanentemente frases que hablan de cambios repentinos. Por sobre todo es en las relaciones de pareja en donde suena más esa música. A ver: las personas sólo con mucho esfuerzo hacemos cambios, y pueden ser muy grandes, ¿por qué no? pero lleva su tiempo. Nadie modifica aspectos fundamentales de su personalidad, de su carácter, de su temperamento o de su “modo de ser” de un día para el otro.
Sin embargo, es cierto que frente a ciertas situaciones o acontecimientos, muchos individuos pueden dar saltos importantes en su vida. Hablo de giros madurativos y emocionales que hacemos a partir de atravesar grandes crisis personales o de vivir situaciones traumáticas o experiencias extraordinarias positivas. Pero estas son la excepción, no la constante. En casi todos los casos, la variable tiempo es fundamental.
Esto que les comento es central porque tiene que ver con la prudencia. Sistemáticamente, uno escucha en los consultantes relatos acerca de sus parejas, cosas buenas, pero también aspectos de ese otro que tienen a su lado que son muy complicados. Un paciente puede estar meses, años, hablando en torno a asuntos sobre la personalidad o el carácter de su compañero y, de repente, de un día para el otro… “no sabes cómo cambió, es otra persona” y… no, la experiencia dice que los cambios son muy paulatinos. El proceso por el cual una persona conforma su temperamento, su carácter o sus valores, es muy extenso; tiene que ver con su historia, sus vínculos y modelos históricos y hasta pre-históricos. Por eso yo siempre pongo paños fríos cuando alguien plantea cambios repentinos y sorprendentes sobre sí mismo o sobre otros. Porque el riesgo es que esto no sea tal y que la persona se embarque en algo irreversible con “ese otro súper cambiado” y después, como realmente no lo conocía tanto como creía, o por subestimar las cosas malas, se termina en una relación llena de tropiezos.
Más de una vez me encuentro diciendo: “tomate más tiempo para conocer a las personas que elegís en el territorio del amor”; “podemos ser prudentes y entregarnos a la pasión”, “conocer a alguien a fondo lleva tiempo” , “los cambios no son mágicos”, y cosas por el estilo ¿Por qué? ¿De mala onda que soy nomás? Con el correr de los años y el trabajo, se van acumulando centenares de experiencias de los consultantes y, hay situaciones o “patrones” que se repiten. Los psicólogos tratamos, también, de prevenir y de que se eviten ciertas cosas, o por lo menos, pedir mesura y cierta racionalidad para abordar los conflictos en el territorio del amor. Porque sí: en ese universo hay que volver, cada tanto, a la razón; no es sólo pasión, amor, entrega y sexualidad.
El tiempo es uno, para todos y todo. Piensen en lo que les cuesta a ustedes hacer cambios sustanciales: ¿lo pensaron? Bueno, lo mismo corre para los demás. Así que…tranquilos, y a seguir trabajando en estar despiertos, sin ser fatalistas o paranoicos o híper desconfiados, sólo amigándose con esa variable “tiempo”, que es sabio. Navegamos en tiempos muy ansiógenos, en la cultura del todo “ya”; la resistencia, hoy, es ir a velocidad crucero, tranquilos, disfrutando el paisaje.