Por: Constanza Crotto
Y sí, las cosas como son: este blog tiene poco de consejo y mucho de S.O.S. Al menos espero que sirva para que se sientan acompañadas, ¡no estamos solas, a muchas les pasa lo mismo que a nosotras!
Como mamá primeriza (por ende, exagerada y fatalista), estoy necesitando algún ayudín en este vertiginoso camino de la maternidad. Hoy quiero tratar un tema al que últimamente le doy vueltas y vueltas: la penitencia. Como bien señala el título, la cuestión es cómo, cuándo y por qué hay que recurrir a ella.
Paso a contarles mi situación. Mis chicos son muy pero muy inquietos. También son intensos. Ah, y movedizos. En definitiva: los mellizos no paran y si les sacás los ojos de encima juro (y no miento) que los encontrás arriba de la mesa, trepados a la televisión o dibujando la pared con el delineador de ojos (me pasó y lo que más me dolió fue que aniquilaron mi amado Bobbi Brown negro).
Haciendo un mea culpa tengo que admitir que, hasta el momento, muchos límites no tuvieron. Primeros en todo, esperadísimos, con el mundo a sus pies desde que nacieron. Muchos sí, pocos no. ¿Estoy a tiempo de corregir?
Cuando los reto con mi peor cara de enojada, casi que no me dan bola. Por ende, el otro día decidí probar por otro camino y, después de que el cabecilla de la dupla le mordiera a su hermano (hace cinco minutos había hecho lo mismo, con posterior reto), fue víctima de la primer penitencia: al cuarto, más precisamente a su cuna, durante media hora.
Obvio que fueron los minutos más largos del mundo y prometo que se me estrujó el corazón con cada llanto/ alarido del chico. Si duró quince minutos es mucho, no sólo porque su mellizo corrió a socorrerlo sino también porque empecé a meditar si a esta altura del partido (los chicos tienen 20 meses) sirve o no el sistema premios/castigos.
Son bebés, lo se, pero también está claro que ya entienden lo que está bien y lo que está mal. El tema es: ¿sirven las penitencias? ¿De qué tipo? ¿Cómo ponerles límites? ¿Cómo poner la cabeza en frío para aplicar el castigo?