No siempre uno es el rechazado. También hay veces que nos toca dar por terminada una relación y lo difícil es encontrar el momento indicado y las palabras justas para no herir a la otra persona. Hay gente que no tiene consideración sobre este hecho y te pega una patada en el pecho con tapones de cancha de once sin ningún remordimiento, pero la verdad que yo prefiero no lastimar al otro porque muchas veces me tocó ser socio del club de las almas abandonadas y sé lo que se sufre. De vez en cuando me doy cuenta que tengo una platea en la tribuna de las negativas, y trato de ser gentil y caballero con la excomulgada de mi corazón. El problema es que difícilmente alguien quiera escuchar un “no” como respuesta.